Primer libro de la saga de la Guía del autoestopista galáctico. Un jueves a la hora de comer, la Tierra es demolida para poder construir una nueva autopista hiperespacial. Arthur Dent, un tipo que esa misma mañana ha visto cómo echaban abajo su propia casa, considera que eso supera lo que una persona puede soportar. Arthur huirá de la Tierra junto a un amigo suyo, Ford Prefect, que resultará ser un extraterrestre emparentado con Zaphod Beeblebrox, un pirata esquizoide de dos cabezas, en cuya nave conocerá al resto de personajes que lo acompañarán: un androide paranoide y una terrícola que, como él, ha logrado escapar.
Que gran historia. Ciencia ficción y Comedia a la vez, una gran combinación. Uno de los mejores que he leído de este tipo.
Cuando estoy atrapado en una escotilla neumática vogona con un habitante de Betelgeuse y a punto de morir asfixiado en el espacio profundo, realmente desearía haber escuchado lo que me decía mi madre cuando era joven. —¡Vaya! ¿Y qué te decía? —No lo sé; no la escuchaba.
Me niego a demostrar que existo», dice Dios, «porque la demostración anula la fe, y sin fe no soy nada».
Desde luego, la ciencia ha logrado cosas maravillosas, pero yo preferiría, con mucho, ser feliz a tener razón.
La historia de todas las civilizaciones importantes de la galaxia tiende a pasar por tres etapas diferentes y reconocibles, las de Supervivencia, Indagación y Refinamiento, también conocidas por las fases del Cómo, del Por qué y del Dónde.
Este planeta tiene, o mejor dicho, tenía el problema siguiente: la mayoría de sus habitantes eran infelices durante casi todo el tiempo.