La historia silenciada de las mujeres que perdieron la guerra. Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte.
Todo un acierto de Chacón en esta historia de la triste Guerra Civil Española, geniales y desgarradores momentos
Pepita, Hortensia, Elvira, Reme, Tomasa... distintas historias con el mismo punto en común: la cárcel de mujeres de las Ventas en la posguerra. Porque en 1939 la guerra solamente acabó para los que se proclamaron vencedores, para los demás la guerra continuó durante incluso décadas. Esta novela es historia y crudeza, pero sobretodo es emoción a flor de piel. IMPRESCINDIBLE.
Simplemente,maravillosa. Muy dura. Historia de varias mujeres encarceladas que sufrieron lo indecible. Muy, muy emotiva.Un súper 10
Una historia espeluznantemente cruda, contada de una forma que hiela el corazón. Un episodio más de nuestra guerra incivil que fracturó nuestro país.
Admirables mujeres, que no se merecieron el trato terrible, que por odio o cobardia, les dió la España de posguerra. Hermoso libro que nos muestra que la alegría y la esperanza, aún en dosis precaria, siempre esta implícita en toda vida humana.
Realmente un librazo! Muy buen relato vinculado a la Guerra Civil Española, y que además está basado en hechos tan crueles como verídicos. La autora, Dulce Chacón, te mantiene todo el tiempo enganchado a la lectura, con una narración que es un placer de seguir. La edición que leí viene acompañada además por una selección de cuentos de la autora, que no tienen el mismo nivel que La voz dormida, pero de todas maneras, muchos de ellos, son excelentes.
Y se entregó a su suerte en aquel abrazo. Algas. Sus besos fueron algas enredadas en agua de mar. Algas en dos mares que se encuentran. Algas. Sí.
“Él contestará las cartas. Alimentará de palabras sus afectos, para poder seguir viviendo. Y no es fácil. Palabras que engañan la ausencia pero señalan la distancia.”
Quizás el tiempo se mide en palabras. En las palabras que se dicen. Y en las que no se dicen .Es necesario aprender a vivir en la espera . Y es necesario aprender a vivir en el silencio.
No me venga usted diciendo que la politica se hace para la libertad , porque lo que es libertad , yo sólo la he visto en los chiquilllos cuando meten los pies en los charcos y chapotean hasta que les da la gana .
Las ciudades tienen su propia historia . Pero también su historia ajena , pequeña y personal , una y múltiple , la historia que escriben los que la llevan en un rincón de la memoria .
Al principio, doña Martina esperaba las cartas con alegría y las leía con emoción. Pero según pasaba el tiempo, la alegría de la espera dio paso a la congoja de esperar. Y al más mínimo retraso, la congoja se convertía en angustia.