ABEL SANCHEZ: UNA HISTORIA DE PASION

La sencillez de las palabras. La importancia del mensaje. La capacidad de hacer profundo lo cotidiano. Lo que perdura ese mensaje. Cómo puede ser un libro tan sencillo a la vez tan complejo? Se me hizo oír al autor contando una historia sobre alguien que conocía, sentados en un sofá, en su sofá, donde podría estar con absoluta tranquilidad. Todos muy cómodos. Con cara de estupefacción ante las impericias que contaba, pero también riendo a carcajadas cuando mencionaba los apartes cómicos. Se me hizo ver cómo gesticulaba cuando desempeñaba el papel de cada personaje y cómo reproducía las voces de los hombres y las mujeres en forma distinta, con entonaciones diferentes y haciendo sonidos únicos para cada acción. Eso es precisamente esa obra. Algo indisoluble, que no se puede olvidar fácilmente, que estoy seguro va a permanecer en mí durante mucho tiempo. Es una de esas historias que te cuentan tus amigos u que te quedan soñando en la cabeza. A pesar del paso del tiempo, reflexionas sobre lo que te dijeron, piensas: Cómo pudo ser eso?; Qué habrá pasado con ese pobre señor?; y el hijo, Dónde se habrá metido?; es la sencillez del mensaje y cómo se lleva al lector. El autor posee esa capacidad inigualable para trasmitirlo. El tema central del libro tiene que ver con la envidia. Me pareció que también con el resentimiento. Con la imposibilidad de estar tranquilo, de vivir bien, por andar preocupado viendo cómo está el prójimo o cómo vive el otro. Percibí, igualmente, una circunstancia que he logrado vislumbrar en la mayoría de seres humanos y que tiene que ver con el pensamiento de que lo que me sucede se debe a la acción de los demás. Siempre se hecha la culpa sobre lo que me sucede a un tercero, pero nunca se realiza el ejercicio de introspección necesario en donde se debe preguntar primero: No será que mi acción fue la que produjo ese efecto?; y segundo: No será que ese efecto se pudo haber producido a pesar de mi acción? En efecto, no nos damos cuenta, en ocasiones, que a la vida vinimos también a pagar un par de platos rotos que no se sabe quién rompió y que el destino es infalible a la hora de enfrentarnos a una u otra situación. Por ello, creo que el recurso de pensar en un tercero como culpable de lo que me pasa es de cobardes. Somos, finalmente, lo que queremos ser. Si no lo han leído háganlo. A mi me gustó mucho, no tanto como su obra cumbre “niebla”, pero casi como.

Nos encontramos ante un libro sobre la envidia. Una novela filosófica en la que se expone una angustiosa experiencia personal que bien puede formar parte de la vida del propio autor. A través de una pasión personal nos habla de la tragedia humana universal por la que las referencias bíblicas al 'pecado original' sustentan este sentimiento a través de Caín y Abel. La envidia como herencia según la tradición cristiana. Dos personajes totalmente opuestos Joaquín (Caín) y Abel, siendo amigos desde pequeños, llegan a la edad adulta con un sentimiento entre ellos que los lleva a una relación de amor odio incontrolable. La sombra de la envidia de Joaquín hacia Abel les perseguirá hasta el final de sus vidas. El logro del éxito profesional por parte de Abel, siendo su vocación la pintura, llevarán a su amigo a sentir envidia por su arte, símbolo de la inmortalidad. Así como los celos que sentirá también por su amor platónico hacia Helena, que acabará convirtiéndose en la esposa de Abel. Estas situaciones impedirán la paz interior y la felicidad de nuestro protagonista que intentará conseguir a través del amor y la estabilidad matrimonial sin lograrlo. Prisionero de esta pasión toda su vida, vivirá un infierno que plasmará en estas páginas a modo de catarsis verbal liberadora de su propia culpa. A través de un relato intimista y subjetivo, a modo de monólogo, organizado entre diálogos teatrales, confesiones y memorias, describirá las situaciones, los estados anímicos, las repercusiones y las reflexiones a las que le llevan los acontecimientos. Perplejidad y apasionamiento se acumulan para hablarnos de sus sentimientos obviando descripciones y ambientación, manteniendo de esta forma al lector en constante tensión, a la espera de un liberador final. La sensación de desasosiego e incomodidad se percibe a lo largo de todo el relato. Una narración irritante a la vez que encantadora. Un relato lleno de simbolismo y reflexiones existencialistas. La pasión ante la razón, el cuerpo frente al alma, la fe contra el escepticismo. Un relato lleno de dualidades que ponen de manifiesto la gran maestría de Unamuno.

Una vez más, Unamuno me hizo disfrutar de momentos de placer. Leer esta historia es tan rico: nos muestra la miseria humana, en este caso, LA ENVIDIA en su máxima expresión. Nos presenta los disfraces que ella puede presentar, y el sufrimiento que dichos sentimientos engendran.

Novela excitante del señor Unamuno, con el mismo ingrediente, que en lo personal he encontrado en todas las novelas que he leído de él, un final poco predecible y eso las hace más interesantes (o debo decir "nivolas"?)

Novela o nivola que podría tenerse como un ensayo de la envidia, tan palpable en nuestra sociedad. Describe perfectamente el sufrimiento del personaje principal por el envidia que le corroe, llegando al odio. Ejercicio de compresión de los sentimientos del Caín bíblico y su envidia a Abel.

Qué maestría de Don Miguel al crear al personaje de Joaquín. Es él quien da sentido a la obra, el pinta y construye a su "hermano" Abel, creando al mismo tiempo su propio infierno. Creo que pocos habrán descrito el poder de una pasión tan finamente como Unamuno.

Pequeña novela que ronda sobre los pesares de una vida cargada de envidia, el constante duelo en vida que lleva Joaquín y como éste se va convirtiendo en un calvario interminable que él mismo propicia; así mismo, es inevitable no sentirse congojado por su vida llena de miseria producto de aquel odio. Todo esto bajo un tinte escatológico con respecto a lo que implica este sentimiento a lo largo de la historia y vida misma.

Abel Sánchez, una historia de amor, es el título que Unamuno dio a su peor novela. Cuesta terminarla, estuve a punto de dejarla (habría sido de los pocos libros que me han vencido). Es aburrida y repetitiva. Es una biografía lineal, obsesiva sin matices. Con perdón de Don Miguel, tal vez apropiada para una mala telenovela. La patológica inquina del protagonista, que no es el que da nombre a la novela, contra Abel Sánchez, su eterno amigo, resulta absurda, inverosímil. Hay episodios por demás infames y vergonzosos de parte de Joaquín hacia la esposa de Abel, que resulta bobo pretender que el lector dé crédito a que luego esas relaciones se normalizan. Es un relato sórdido en un ambiente de una sociedad burguesa y ultra patriarcal de principio del siglo veinte. Queda escrito.