Es la segunda parte de la trilogía, Memorias del Águila y del Jaguar. La estatua del Dragón de Oro permanece oculta en u reino pequeño y misterioso de la cordillera del Himalaya. Según cuenta la leyenda, este poderoso instrumento de adivinación incrustado de piedras preciosas preserva la paz de esas tierras. Una paz que ahora, por la codicia en el alma de los hombres, puede verse perturbada. Alexander Cold, su abuela Kate y Nadia Santos han vuelto a reunirse. Viviremos con ellos sus peripecias y vicisitudes en la belleza desnuda, limpia de las montañas y los valles del Himalaya en compañía de nuevos amigos. Pero la pluma mágica de Allende también nos descubre el valor y la sencillez de las enseñanzas budistas a través del lama Tensing, maestro y guía espiritual de Dil Bahadur, el joven heredero del reino, a quien conduce por la
Sencillamente Allende nos transporta a mundos mágicos llenos de magia y aventura. En este libro continuamos con nuestros queridos Aguila (Nadia) y Jaguar (Alexander) en una nueva aventura repleta de acción y mucha naturaleza.
Muy buen libro, no tanto como el primero de la trilogía, sin embargo continua siendo una joya para aquellos amantes de la aventura, y la literatura ligera, es un libro hecho para no cansar al lector, aunque debo admitir que este libro tiene algunas partes que a mi parecer son un poco lentas, sin embargo continua siendo entretenido.
Fue el primer libro que lei de isabel, y me impacto mucho, aun que sea el segundo de esta trilogia increible. Se los recomiendo!!!
El afecto es como la luz del mediodía y no necesita la presencia del otro para manifestarse
Podemos cambiar, pero nadie puede obligarnos a hacerlo. El cambio suele ocurrir cuando enfrentamos una verdad incuestionable, algo que nos obliga a revisar nuestras creencias.
Enfrenta los obstáculos a medida que se presenten, no pierdas energía temiendo lo que pueda haber en el futuro.
Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos. Nuestros pensamientos construyen el mundo.
Enfrenta los obstáculos a medida que se presenten, no pierdas energía temiendo lo que pueda haber en el futuro.
—Si dañamos al mundo natural, debemos pagar las consecuencias.Sólo un loco cometería semejante torpeza.