Sinopsis de ORDESA

<P>Escrito a ratos desde el desgarro, y siempre desde la emoción, este libro es la crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también una narración sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y sobrevivimos.</P> <P><B>Críticas:</B><BR>«Hay libros salvajes, como la lubina del Cantábrico, pura plata brillando al sol que te duele cuando la pescas. Libros que lees boqueando, como si acabaran de sacarte de la atmósfera, o que te arrastran a las profundidades del océano. Libros como Ordesa, de Manuel Vilas, al que Dios confunda por rompernos el alma.»<BR>Juan José Millás</P> <P>«Libro potente, sincero, a ratos descarnado, sobre la pérdida de los padres, sobre el dolor de las palabras que no se dijeron y sobre la necesidad de querer y ser querido. Muy bien escrito, además. No me extraña que esté teniendo éxito.»<BR>Fernando Aramburu</P> <P>«Hace falta mucha precisión para contar estas cosas, hace falta el ácido, el cuchillo afilado, el alfiler exacto que pincha el globo de la vanidad. Lo que queda al final es la limpia emoción de la verdad y el desconsuelo de todo lo perdido.»<BR>Antonio Muñoz Molina</P> <P>«Manuel Vilas ha escrito un libro hermoso. Para que todos los lectores recordemos el auténtico significado de la hermosura.»<BR>Marta Sanz</P> <P>«Hipnótica esta novela de Vilas. Todo el mundo está hablando de ella y ya sé por qué.»<BR>Santiago Roncagliolo</P> <P>«Un libro hermoso y estremecedor, compuesto a partes iguales de culpa, rabia y amor.»<BR>Ignacio Martínez de Pisón</P> <P>«Leí hace un par de semanas Ordesa profundamente conmovido por su belleza y su verdad. Me ha parecido un bello canto de amor.»<BR>Gustavo Martín Garzo</P> <P>«Ordesa, de Manuel Vilas, es un libro hermoso, tan salvaje como delicado, que duele y alivia por igual.»<BR>Isaac Rosa</P> <P>«Ordesa es un torrente que se lleva por delante todo lo que ha escrito su generación (incluido al propio Vilas).»<BR>Antonio Orejudo</P> <P>«Un escritor único, brillante y desprejuiciado, que va por libre y al que no le importa arriesgar.»<BR>Sara Mesa</P> <P>«Manuel Vilas sabe mirar más allá de los tristes lugares comunes. Su escritura está hecha de sabiduría, es decir, de amor.»<BR>Elvira Navarro</P> <P>«Nadie debe dejar de leer Ordesa, de Manuel Vilas. Es el libro de 2018, y eso que hay y habrá grandes libros. El amor como medicina. La pobreza como enfermedad. La literatura como pócima.»<BR>Luisgé Martín</P> <P>«Cómo estoy disfrutando este libro. ¡Madre mía, qué brutalidad, Vilas! ¡Increíble, compañero! Leedlo todos, es obligatorio.»</P> <P>Marwan</P>

25 reseñas sobre el libro ORDESA

Utilizando el topico universal "una novela escrita desde las entrañas" lo cierto es, qué es la mejor descripción para valorar esta magnífica novela. Desgarradora la mayor parte del tiempo y profunda en lo más hondo del alma; el señor Vilas ha escrito una novela repleta de humanidad y amor hacia sus progenitores. Puede llegar ha ser cargante por el abuso de protagonismo de los mismos, pero el lector retomará irremediablemente su lectura para empaparse y perderse en el oasis de sus palabras; repletas de un sentimiento que seduce y alimenta la propia alma. Un gran hallazgo; y sin duda, una las más destacadas lecturas del panorama actual. Muy recomendable. ⭐4,5


Buen libro para leer sin prisas. En algunos momentos remueve cosas de dentro que llevan mucho tiempo guardadas y que el escritor sabe sacarte sin tener la intención, quizás.


A mí personalmente me ha costado terminarlo y menos mal que decidí llegar al final porque lo único que he podido medio disfrutar han sido los versos finales. Intentaba buscarle un hilo básico al libro sobre el duelo no cerrado de sus padres, al que el autor añade además pérdidas de tíos, abuelos y amistades (pocas) con una sensibilidad extraña (un querer querer o no querer) que a mí no me ha llegado a tocar ni media fibra. No termino de entender ese intento de añorar algo, de no saber si era querido, no querido, si quiere o no quiere querer, en fin que no deben ser para mí este tipo de lecturas y yoismos atormentados que no les importa la gente, pero sí.. no me lo termino de creer. Pero ya se sabe, para gustos, los colores 😉🙃


Un psicoanalista de tinta y papel…


Libro de memorias dividido en pequeños pero numerosos capítulos digeribles a modo de poemas en prosa. Escrito sin order cronólogico pero abarcando desde los años sesenta hasta la fecha de la escritura en 2014. Se centra principalmente en la relación de Manuel Vilas con su padre ya muerto, la idea de paternidad y las varias interacciones con otros miembros de su familia, vivos y muertos. El gran tema del libro es, en realidad, la contemplación obsesiva de la mortalidad una vez llegada la cincuentena y la menguante impronta dejada por los muertos en la tierra donde vivieron - pero presente en los aún vivos. Con fotografías que sirven de gatillo para hilvanar memorias. La situación de España se refleja en las circunstancias de la familia pero de un modo tangencial. Por ejemplo el optimismo de los sesenta se manifiesta en la compra de un coche Seat y las dificultades laborales de la familia durante los ochenta se expresan en la penuria económica de la "clase media baja", el padre perdido en la televisión y el fetichismo de los electrodomesticos. Vilas, como es naural, valora el dinero sin tapujos (equipárandolo a veces a "poesía" ) y los bienes proveídos por el incipiente capitalismo franquista y luego por la democracia, desde un lavaplatos o un apartamento hasta una velada con el Rey con motivo de un premio literario. El dinero es la medida que solidifica la suma de los demás valores. Este ejercicio de memoria obsesiva se caracteriza por la decisión del autor de no dejar nada sin explorar con meticulosidad de terapia psiquiátrica Abunda la exploración de memorias de los progenitores cuya influencia tiende a explicar nuestra personalidad ya sea como reacción, dependencia o de un modo subconsciente. Forzando a menudo la metáfora (una fregona a veces no es mas que eso), el autor tiende a elevar lo aparentemente trivial a alturas líricas un poco estridentes. Ese pasar de lo conccreto a lo terriblemente abstracto acaba perdiendo poder evocador. Es más, hay una repetición machacona de ciertos elementos, ya sea palabras (conmigo, conmigo, conmigo...) o temas. A veces el libro parece un guión para la publicidad de los anuncios de las compañías de seguros, con una poesía que cae en lo cursi y manipulador. Otros párrafos son brillantes pero navegan sorteando paja. "He comprado una fregona nueva. Me gusta tanto fregar, ese momento en que de repente el suelo reluce, y consigues una victoria, un triunfo sobre la suciedad y el polvo. Consigues una purificación. Friego el suelo como quien purifica almas. Ojalá pudiera lavarme los órganos internos: sacar mi estomago y lavarlo, sacar my intestino y lavarlo. Sí, tengo ganas de largarme." Cap. 108 p. 224 "No me apatece quedar con nadie, porque estoy conmigo mismo, porque he quedado conmigo mismo, porque me ocupa mucho estar conmigo. Es una adicción estar conmigo mismo." Cap 109. p228 "El esfuerzo de ducharse, en eso pienso; conforme pasan los años, el esfuerzo del cuerpo por seguir recibiendo el agua, la conciencia de todo bajo el agua de la ducha, el consumo del agua en lavar un cuerpo que ya no merece nada, pero ningún cuerpo merece nada" Cap 110 p. 230 "No es casual que en mi fantasía te haya dado el sobrenombre legendario de Juan Sebastián Bach, porque esa es la música que se dibuja alla entre los cuerpos celestiales. Porque eras espíritu fundaste una familia, y la famila es presencia de lo inamovible. Tú eras Dios, música de Dios. Eras la música del que permanece. Todo hombre o toda mujer quiere fundar una familia. Los seres humanos son fundadores de familias." Cap 113. p 239 No sé si el libro merece los galardones que ha recibido, habría que comparar con otras obras nominadas. Es cierto que hay gemas de grab belleza y el l poder evocador de algunos pasajes es potente, sobre todo cuando el autor admite sus problemas con el alcohol, el derrumbe de su matrimonio y el amor al padre muerto pero casi desconocido. Hay un deseo de extraer lo valioso de cada momento, el amor. La memoria bruñe tanto los momentos felices, los tristes y los indiferentes. Pero quizá haya en las páginas una gelatina sentimental, autocomplaciente y amarilla que parece estar muy de moda en la España de la memoria histórica donde todos los abuelos eran santos y todas las abuelas eran matriarcas. Solo es un tufo ligero. No es la actitud del escritor. Mauel Vila tiene la inteligencia de apartrase de la ñoñería de políticos y "artistas" y no atribuye a sus seres queridos más virtudes ni mas derecho a la vida que a los demás . Expresa su realidad sim ambages. Es un libro triste pero no necesariamente un triste libro (el orden de los factores...) Debo hacer nota del fabuloso diseño de la portada de esta edición, con el emblématico fondo de color amarillo que el autor menciona muchas veces y la hoja de cardo -en blanco y negro-, planta de secano, pobre y dura pero de belleza arquitectónica. Esa portada merece otro premio.


Muchas de las más grandes novelas de todos los tiempos nacen de los momentos más complicados de la vida de sus autores. Ejemplos de ello podemos encontrar un sinfín a poco que naveguemos por los libros o por internet. Claramente, estamos ante un nuevo caso. Por lo de mal momento y también por lo de gran novela. Porque Ordesa, de Manuel Vilas, nace en un momento crucial de la vida de su autor: su divorcio y la muerte de su madre (que cierra el círculo iniciado unos años atrás con la pérdida de su padre). Vilas (Barbastro, 1962) hace un ejercicio de introspección, individual, familiar y hasta nacional, para transportarnos, sin ningún tipo de orden cronológico, a los años 60, 70 y 80 de esta España nuestra. Servidor, que, he de confesar, suele tomar diversas notas de los libros que va leyendo para poder utilizar algún fragmento a modo de ilustración de las reseñas que escribe, se ha encontrado en este caso concreto con una enorme dificultad: las notas son tantas y tan variadas y los fragmentos están tan magistralmente escritos que he decidido no utilizar ninguno de ellos en estas líneas. ¿Por qué? Pues porque me resulta imposible e incluso injusto destacar unos sobre otros. Y este hecho, precisamente este hecho, es el que a uno le lleva a poder afirmar, sin ningún tipo de exageración, que está ante una gran novela. Ante un gran escritor. Vilas demuestra en su última obra una gran valentía, una sorprendente originalidad y una ejemplar capacidad para asumir riesgos. Es valiente porque cuenta a sus lectores aspectos tan íntimos de su vida y de la de sus familiares. Es original porque lo hace, además, sin complejos ni ataduras. Sin pudor. Y asume riesgos por todo lo anterior y porque desnudarse ante los demás, culpas incluidas, sobre todo en estos tiempos que corren, lo hacen a uno (supuestamente) más débil. Y, paradójicamente, esa supuesta debilidad es lo que hace tan fuerte y contundente el texto resultante. Tanto que el lector hace su historia suya, quedando noqueado y enfrascado en sus páginas. Algo que no había visto hasta ahora más que en el caso de Marta Sanz y su obra Clavícula. La novela es un sentido homenaje a los padres del autor. Homenaje que se hace visible ya con el título. Porque el valle pirenaico oscense de Ordesa, con los 3.355 metros de altitud del Monte Perdido como gran testigo, declarado Parque Nacional en 1918, era el lugar más apreciado por su padre. Por eso recuerda Vilas unas vacaciones familiares que comenzaron con el pinchazo de una rueda del coche de su progenitor. Y por eso, una vez fallecidos sus padres y consumado su divorcio, trata de recordar aquel momento feliz de su infancia regresando, esta vez con sus hijos, a ese mismo lugar. Sin embargo, la incomprensión y la falta de comunicación, que nos persigue a todos, generación tras generación, no le permiten disfrutar como entonces. Los conflictos generacionales, los malentendidos, la culpa --por no ir a los entierros de los familiares, por incinerar a los seres queridos o por no preguntar a tiempo sobre aspectos personales y familiares, por poner solo algunos ejemplos--, el amor entre padres e hijos --no siempre suficientemente demostrado con hechos y/o palabras--, las infidelidades, la pobreza, el alcoholismo y la crisis de unos valores que llevan camino de desaparecer formar parte de las 157 píldoras (de como máximo cinco páginas) de que consta Ordesa. Píldoras que, pese a no mostrar conexiones entre sí en la mayoría de los casos por narrar escenas muy diferentes y de distintas épocas, sí conectan con un lector que se ve sobrepasado por una realidad siempre aplastante pero luminosa. La novela es singular en sí misma. No obstante, las singularidades más llamativas, al menos para mí, son el hecho de que aparezcan fotos reales de algunos de los personajes y el de que casi todos ellos reciben por parte del autor un tratamiento musical. Así, Vilas llama a su padre Juan Sebastián (por Bach); a su madre, Wagner; a sus hijos, Brahms y Vivaldi (o simplemente Bra y Valdi); a sus tíos, Rachma o Monteverdi; a su tía, María Callas. Por cierto, el autor se lamenta de que haya tan pocas músicas conocidas en la historia. Y, además, recuerda constantemente a su madre en la cocina, reconociendo la poca ayuda recibida por parte de esta de su marido y de sus hijos. El eterno machismo ibérico, claro, que continua haciendo de las suyas. Escribe el propio Vilas en las primeras páginas de Ordesa que heredó de su madre el caos narrativo. Es decir, ese estilo literario que le lleva a narrar las cosas sin la precisión adecuada. Sin orden pero con desasosiego. No con el ánimo de manipular los hechos desarrollados. Con miedo a equivocarse, más bien. A salir mal parado de la realidad. Y escribe, también, que se considera idéntico a su padre en el sentido de que tanto aquel como él nunca tuvieron ni tendrán fama y dinero; ni su progenitor los alcanzó como vendedor textil ni él como escritor. Y en esto, lo siento, he de llevarle la contraria.


Libro duro, original, más cercano al ensayo que a la novela. No hay apenas acción. El autor se desnuda interiormente ante el lector y refleja un mundo de emociones muy negativas. La prosa se acerca con frecuencia a la poesía. Triste, me ha deprimido en ocasiones pero reconozco que es una obra bien escrita.


Un libro escrito desde el desgarro y la emoción, un libro donde, a partir de sus recuerdos, Vilas plasma una crítica a nuestra España actual. El autor parte del recuerdo de la muerte de sus padres, los verdaderos protagonistas del libro, e indaga en ellos y en sus relaciones. De hecho, el libro está escrito unos cuantos días después de la muerte de su madre. Coinciden entonces tres desgracias: "el adiós a su madre, el adiós a su matrimonio, y el adiós a sí mismo", época en la que el alcohol pasó a gobernar su vida. En el libro cuenta que eso es algo que ya está superado, pues dejó de beber el 9 de junio de 2014. El lector se da cuenta de que su familia no es una familia común, y que España entonces -igual que a él ahora- no les trató muy bien. Ordesa es un pequeño diario a modo de catarsis, donde el autor evoca constantemente a sus padres en busca de su propia identidad. Pareciera que Vilas se estuviera buscando a sí mismo.


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FRASES DEL LIBRO ORDESA

Eso acabó siendo mi vida / cuando yo sólo quería / estar contigo para siempre. Vaya, mamá, no sabía que te quería tanto. / Tú sí que lo sabías, porque siempre lo supiste todo",


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