Sinopsis de LOS BESOS

Marzo, 2020. Un profesor abandona Madrid por prescripción médica, va hasta una cabaña en la sierra y conoce a una mujer apasionada quince años menor. Él se llama Salvador; ella, Montserrat, y entre los dos crece una confianza plena e inesperada, llena de revelaciones. Sus encuentros son un gran baño de luz. Salvador se ilusiona y le cambia el nombre, la llama Altisidora, como un personaje del Quijote. Ambos se enamoran y construyen una relación madura, con las prevenciones propias de sus cuerpos y recuerdos: el pasado reaparece constantemente. Los besos es una novela de amor romántico e idealizado, pero también de piel y amor carnal, de cómo en mitad de una crisis universal dos seres humanos intentan regresar a la patria biológica y atávica del erotismo, ese lugar misterioso donde hombres y mujeres encuentran el sentido más profundo de la vida. Erotismo y ternura: el equilibrio perfecto Cuando el amor descubre el sentido más profundo de la vida

9 reseñas sobre el libro LOS BESOS

Lo que más llama la atención de este libro, es la capacidad que tiene Manuel Vilas de meter la pata🤦‍♀️. Porque, por los clavos de Cristo, cómo hizo este muchacho para arruinar una premisa increíble y convertirla en un bodrio de proporciones bíblicas?!? Es pretencioso, es aburrido, exasperante y como si esto fuera poco, larguisímo!!! Pero, como dije, Vilas en realidad parte de una idea brillante!! En " los besos" el tipo actualiza uno de los mas grandes clásicos universales: el Quijote. Trae al caballero de la triste figura a la españa del 2020, en pleno confinamiento. No me creen? Pues miren: el protagonista es un tipo que, entre otras cosas, se vuelve loco por leer una y otra vez el mismo libro (el Quijote, obvio), se pelea con sus propios molinos de viento (que en este caso, consisten en robar mercadería en el supermercado) y se enamora de una mujer común, que si bien no sala puercos, atiende el almacén del pueblo. Y también le cambia el nombre: no la llama Dulcinea, pero sí, " Altisidora", que es otro personaje del libro de Cervantes. Su questa no es salir a defender doncellas, viudas y desamparados a lomos de Rocinante, sino enamorarse como solo lo hacían en las novelas, a una edad donde la mayoria se da por vencido ( tiene 58 años). Es una genialidad!! Me encanta esta sensación un poco borgiana, de mirar en espejo al infinito ( un hombre se vuelve loco leyendo un libro en el que el protagonista es un hombre que se vuelve loco leyendo). Y me gusta la idea de que en este caso, la locura sea enamorarse. Peeeroooo...cómo diablos hace Vilas para arruinar esta preciosidad?!?!? Pues escribiendo de una forma espantosa!! No me miren asi. Podrá parecer poético, pero se le va la mano con tanta pompa y firulete. Tiene potencial para escribir divinamente bien, pero no sabe refrenarse y te termina dando un bodoque de 448 páginas que chorrea amor y figuras retóricas. Ademas si tooooodo lo escribe desenfadadamente, el libro termina siendo monótono. Por mas que te la des de intenso, si nunca aflojas y me pones todo en la misma línea, aburris. Encima, se va por las ramas todo el tiempo😫. Por ejemplo: se queja de que te dicen constantemente que tenes que lavarte las manos y que lavartelas es un simbolo de sometimiento y de ahí sale con que Poncio Pilatos hizo del lavarse las manos un acto político, para luego pasar a la lavadora que tiene, que que buena que es y que ojala Altisidora tenga una igual, y después diserta largo y tendido sobre cada uno de los electrodomésticos que tiene en la casa😑😑😑. Cuántas pelotudeces pueden caber en una página?!?😑 Y ya sé que describir los desvaríos de Vilas como pelotudeces puede parecer vulgar.✋ Pero me voy a amparar en la mas grande eminencia de la lengua española: el negro Fontanarrosa❤. En un congreso de la lengua, el negro explicó que estas, mal llamadas, " malas palabras", a veces son irremplazables. Este libro no estaba repleto de tonterías, sandeces o bobadas. Estaba lleno de PELOTUDECES! Una detrás de otra😑. Aunque, lo peor de " los besos", es que logra lo contrario que el libro que trata de reversionar. El quijote es un tipo simpático con el que es difícil no empatizar. En cambio, "Salvador" es un zoquete con ínfulas mas pesado que collar de melones😑!!! Vilas sacó lo peor de mí😕: en vez de enamorarme, terminé queriendo desmayarlo de un sartenazo😕. P.d: también hay una oda a las sartenes. Dura varias páginas😑


A ver por dónde empiezo. Jamás he tenido tantos impulsos de abandono en una lectura. Soy de los que leen hasta la última página, porque a veces, en la última frase, está la justificación de haber invertido tiempo y dinero en un libro. En este caso, he continuado la lectura para amortizar los 20 euros que me gasté ayer en una librería. Así de crudo. Son tiempos jodidos para tirar el dinero. La historia no tiene profundidad alguna, al menos bajo mi ojo crítico. La prosa de Vilas es atropellada, llena de palabras que actúan como la metralla en una explosión. Es cierto que este estilo de escritura ayuda a leer muy rápido. Me han bastado dos días para comerme la novela. Es una mezcla entre prosa y verso, pero es que no le encuentro la gracia. No hay belleza en esa mezcla que, de hecho, es posible en la literatura. Hay algo que me atrae de Vilas, lo reconozco. No todo es Oscuridad (palabra muy repetida en la novela) en esta obra. La portada me ha encantado, eso sí. Estoy deseando leer vuestros comentarios y reseñas, equivocarme en esta opinión que me martillea las yemas de los dedos mientras la escribo, porque no me gusta nada ser cruel con los escritores. Lo digo en serio, no es ironía. Ala, vamos a por la siguiente novela. Necesito que actúe como el sorbete en una boda, que me quite el regusto a decepción, ya sabéis...


En plena pandemia este personaje cincuentón, soltero y jubilado prematuramente, se va a pasar la cuarentena a un pueblo en compañía de un ejemplar del Quijote y mientras nos cuenta esto en un relato que tiene toda la pinta de un diario personal que en realidad no cuenta nada pero que lo cuenta todo, este va y se enamora de una dependienta del super. Claro que como dije, esto es una especie de diario y el hombre va dejando toda idea absurda que pasa por su mente de solitario confinado (y enamorado) entre las líneas de un relato que como no tiene para dónde ir, cada 2x3 va para una dirección distinta, a saber: que si las ollas, que si las calles, que robar, que el sexo, que si la política, el agua o el Rey! Y que si Cervantes, o su enamorada o el amor o él mismo y que si el Quijote y los hijos... Va y vuelve y por alguna razón no se puede entender porqué publicaron este montón de pensamientos tan 'quiensabecomo' y en algún punto lo sabrás... Sabrás, de hecho, que lo sabías desde la primera página: este loco somos (o fuimos) todos en algún momento de ese 2020. Lectores, escritores, enamorados, locos, emprendedores, bohemios, pesimistas, "reinventados", melancólicos y tanto más. Por eso lo publicaron! Porque era fácil sentirse identificado con alguna disertación de aquellas, era fácil en la intimidad de la lectura, admitir que uno mismo pudo haberse enzarzado en uno de esos delirios de Los Besos. Era fácil en 2020. Ahora no tanto. Y paradójicamente eso fue lo que si que me gustó: comprobar una vez más (a quien no le gusta tener la razón) que todo lo que llega, pasa, todo llega y todo pasa. Este libro también. Next!!!


Marzo de 2020. España va a ser confinada. Salvador sale de su casa de Madrid en dirección a una casa de madera que tiene alquilada en el bosque de Sotopeña. Lo hace con lo justo. Y entre lo justo destacan la Biblia y el Qujiote --porque siempre se cuela la idea del fin del mundo cuando pasa un acontecimiento planetario, y también porque son dos libros con capacidad de resumir otros libros--. Y, claro, al llevar con él lo justo, al llegar a Sotopeña debe ir a comprar lo más indispensable: comida y bebida y otros artículos de primera necesidad. Y en la pequeña tienda del pueblo que lo acoge lo atiende Montserrat. Y Salvador se enamora al instante: ¿es enamoramiento a primera vista lo que me ha pasado?, se pregunta. Mi alma la estaba esperando. Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Y acude a diario a la tienda de Montserrat para comprar lo que sea. Lo que sea con tal de volver a verla y estar con ella. Y poco a poco ella también se enamora de él. Y comparten buena parte del confinamiento.Salvador tiene 58 años y acaba de ser jubilado por anticipado. En sus clases se quedaba en silencio y no sabía qué decir. Le falla la memoria. Pequeños olvidos no demasiado importantes pero que sí le impiden seguir dando clases. Pero a él le preocupan sus silencios. Creo que la Oscuridad viene a por mí, se dice a sí mismo. Pero Montserrat, a la que rebautiza como Altisidora, personaje del Quijote, lo anima a seguir adelante con sus besos. Porque los besos son esas luces intensas en el camino de la vida, esas luces cegadoras tras de las cuales está otro ser humano esperándote en un acto de eternidad consentida por la muerte. Así, los besos de Montserrat/Altisidora pueden vencer a la Oscuridad. Y Salvador se aferra a ellos. Y también a los libros, guaridas contra los lobos del abatimiento y la depresión. Propuestas de futuro. Perversas razones para seguir vivo. Lo mismo ocurre con las historias de amor: si comienzan con un beso, hay que saber cómo terminan. Las historias de amor son como los libros, comienzan y terminan.En efecto, la narración de Salvador deja entrever que su historia de amor con Montserrat/Altisidora no va a ser muy larga. Que no va a durar para siempre. Que en el momento de su escritura es ya Historia. De hecho, la mayoría de las veces habla de ella en pasado. Y recuerda las historias del Quijote con Dulcinea, de Romeo con Julieta. Sin embargo, a diferencia de Cervantes y Shakespeare, Manuel Vilas no mata a sus personajes, a los protagonistas de su historia de amor, sino que los deja disfrutar en plenitud de su belleza. Para siempre. No hace ningún drama. Como el que creó Pedro Guerra en su magnífica canción El marido de la peluquera, tema en el que el amor es tan grande, tan sincero y sentido --mejor buenos recuerdos que un pasado perdido-- que un buen día de lluvia Matilde acabó por tirarse en el río. No seré yo quien critique una de mis canciones preferidas --¡qué incongruencia tan grande sería, verdad!--, pero Vilas nos ofrece una manera diferente de vivir y de seguir viviendo. Pese a todo.Vilas busca la belleza y el erotismo. Y lo encuentra en cada página de su nueva novela. Huye de la Oscuridad. Sabe que a todos nos alcanzará, pero nos pide que, cuando eso ocurra, sea sin queja. Tal y como le pide a Salvador Rafael Puig, amigo de la Academia al que conoció en la primavera de 1981. El propio Salvador no sabe el motivo, pero casi cuarenta años después, se acuerda muy a menudo de su amigo, al que no ha vuelto a ver desde entonces. Rafael Puig se hace presente en la casa del bosque de Sotopeña y Salvador recuerda cada una de las conversaciones que tuvieron en la Academia. En esas conversaciones hablaban de la Oscuridad, del erotismo, de la belleza. Y ahora Salvador ve belleza hasta en el hecho de hurtar en los súper mercados. Imagino que la cleptomanía podría sumarse a mi enmudecimiento, mi ansiedad y mi amnesia. No estoy tomando la medicación que me prescribieron. Los besos, de Manuel Vilas, es una novela que bebe de varias ideas que el autor parece tener muy interiorizadas: la incesante búsqueda de la belleza, en todas partes, en cualquier momento, lugar y objeto; que sin erotismo la vida es un error; que el erotismo dura tres meses y el amor treinta años; que los besos son corrientes eléctricas, que nos dicen que la red eléctrica funciona, un certificado; que la vida debe vivirse hasta que la Oscuridad nos atrape, sin quejas; y que las historias de amor, sean a la edad que sean, deben vivirse no al estilo de El marido de la peluquera de Pedro Guerra sino al de La estación de los amores de Franco Battiato. Porque lo pasado, pasado está. Y, como nos cantó el gran cantante italiano, siempre le puede quedar un nuevo entusiasmo por latir al corazón. Y otra posibilidad de conocerse. Y, por tanto, nuevas oportunidades de enamorarse. También de los libros. De libros que nos conmueven. Como, por ejemplo, este que no puedo dejar de recomendar a todos muy encarecidamente.


Después de la magistral "Ordesa", y de la irregular "Alegría", esperaba impacientemente la nueva novela del "oscuro" señor Manuel. Vilas, ese individuo incapaz de camuflar en su narrativa, en su prosa, la poesía que lleva en el alma. Ese tipo capaz de que nos entre el gusanillo de la poesía a las personas que odiamos ese arte. Este autor combina el surrealismo de un Millás, el escepticismo de Woody Allen y los dobles sentidos de los mejores monologuistas. En esta novela queda de nuevo patente su capacidad para hacer magia con las palabras, aunque en algunos pasajes da que pensar si se ha fumado algo. ¿Quién es capaz de mezclar los besos, el hidrogel antivirus y los canelones en la misma página sin que chirríe? Original novela, a pesar de que al protagonista no le gusten los Opel Astra.


Intenté leerlo hasta el final pero a la mitad me pareció que no merecía la pena forzarme a leer. No me gustaba nada a pesar de que está lleno de intentos de hacer poesía y filosofía.


A pesar de las críticas que leo en la aplicación, a mi personalmente me ha encantado el libro. Es un regalo muy intimo y fácil de leer. Una verdadera historia de amor, erotica y sobretodo de verdad. Quizás un poco oportunista pero también actual.


La lectura se vuelve densa y aburridora me costó mucho tiempo terminarla. Esperaba más romanticismo, no fué así.


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