«Juntas dos cosas que no se habían juntado antes. Y el mundo cambia. La gente quizá no lo advierta en el momento, pero no importa. El mundo ha cambiado, no obstante.» El libro arranca con esta reflexión y en efecto reúne tres historias aparentemente inconexas que acaban mostrando secretos y sutiles lazos. Niveles de vida habla de la aventura de vivir, de los retos imposibles, del amor que todo lo desborda y del dolor de la pérdida. Y lo hace entretejiendo tres piezas independientes. La primera nos habla de los pioneros de la conquista del cielo con los globos aerostáticos y de las iniciales tentativas de fotografías aéreas realizadas por Nadar, aspirando a ser el ojo de Dios. La segunda historia retoma a un personaje de la anterior, el coronel británico Fred Burnaby bohemio, aventurero y viajero, que murió en Jartum, del que se relata su pasión por la legendaria actriz Sarah Bernhardt. La tercera parte salta en el tiempo del siglo XIX al XX y de las historias ajenas a la propia: la muerte de su esposa. No es la primera vez que Julian Barnes experimenta con las formas literarias. En este caso la ruptura con la narrativa más tradicional está al servicio de una aventura literaria de gran calado: indagar, huyendo del sentimentalismo, en el dolor causado por la pérdida del ser amado, adentrarse con las armas de la gran literatura en el territorio de la aflicción. El resultado es un libro deslumbrante, que rompe las barreras de los géneros y consigue una hondura y una belleza iluminadoras.
Es lo que muchas veces no comprenden los que no han curado el tópico del duelo: el hecho de que alguien haya muerto puede significar que no está vivo, pero no significa que no exista.
Hay dos tipos de soledad esenciales: la de quienes no han encontrado a nadie a quien amar, y la de quienes se han visto privados del ser amado.
Una aflicción no explica otra, pero puede superponerse. Y por eso hay complicidad entre afligidos. Solo tu sabes lo que sabes, aunque solo sea que sabes cosas distintas.
Juntas dos cosas que no se habían juntado antes; y a veces funciona y otras veces no.
Entonces, ¿por qué aspiramos continuamente al amor? Porque el amor es el punto de encuentro entre la verdad y la magia. La verdad, como en la fotografía; la magia, como en los globos aerostáticos.
Vivimos a ras de suelo, en lo llano, y sin embargo aspiramos a elevarnos...Algunos se elevan por medio del arte, otros con la religión; la mayoría con el amor. Pero al elevarnos, también podemos caer en picado, hay pocos aterrizajes suaves.