Brillante apertura del Cuarteto de Alejandría, la celebérrima tetralogía de Durrell. Aquí asistimos a la precisa belleza con que Darley, el narrador, refiere la historia de su pasión hacia la enigmática Justine, centro de unos amores cruzados. El desenlace, con una misteriosa muerte, es en realidad un final abierto que sólo cobra todo su sentido tras la lectura del resto del Cuarteto
Nessim la amaba y aceptaba de una manera difícil de explicar a quien no puede separar la idea de amor de la de posesión.
Las grandes religiones no hacen más que establecer una larga lista de prohibiciones. Pero las prohibiciones crean el deseo que pretenden curar.
En los amantes siempre hay uno que proyecta su sombra sobre el otro, impidiendo su crecimiento, de manera que aquel que queda en la sombra está siempre atormentado por el deseo de escapar, de sentirse libre para crecer. ¿No te parece que éste es el único lado trágico del amor?
"Alejandria es el más grande lagar del amor; escapan de él los enfermos, los solitarios, los profetas, es decir, todos los que han sido profundamente heridos en su sexo"
El amor es tanto más auténtico cuando nace de la simpatía y no del deseo, porque sólo así no deja heridas.