Balthazar no es tanto la historia del doctor de este nombre como su versión de los acontecimientos centrales del Cuarteto de Alejandría y particularmente la historia de Justine y el suicidio de Pursewarden. Estamos pues ante la misma historia ya narrada en Justine, y sin embargo la forma de contarla, la atención a unos aspectos u otros, el distinto conocimiento de los detalles y el diálogo que se establece entre las cartas en que se cuenta esta historia y el joven escritor que las recibe hacen que sea una novela completamente distinta a su predecesora, con una mayor carga de dramatismo y misterio.
Sigue la línea de la narrativa impecable, armoniosa, bella y lírica de la primera parte de este cuarteto de Alejandría. Los personajes son los mismos pero con un ángulo de visión algo diferenciado, cada uno de ellos adquiere un protagonismo distinto aunque entrelazado, abocado a entrecruzarse, como algo predeterminado por un ineludible destino. Es evidente que desde la primera línea, y sospecho que hasta la última, mantendrá la tensión narrativa de la historia.