Un libro capital, referencia para entender los desvaríos de un siglo devastador. Testimonios de nuestro pasado reciente, escrito por un europeo empapado de civilización y nostalgia por un mundo, el suyo, que se iba desintegrando a pasos agigantados. Escritor extraordinariamente popular y testigo de excepción de los cambios que convulsionaron la Europa del siglo XX entre las dos guerras mundiales, Zweig recuerda, desposeído y en tierra extrañaen unas circunstancias personales de insospechado dramatismo, los momentos fundamentales de su vida, paralela en mucho a la desmembración de aquella Europa central que se quería más libre y segura, al abrigo de la locura y la tormenta.
Este escritos si que es magnífico nunca había leído historia universal de esa manera su narración es impecable gracias a los ejercicios que realiza en el libro, limpiar las palabras que no ayudan a una mejor compresión, la verdad si alguien de esta época escribiera la mitad de bien que el ganaría un premio nobel de literatura.
Un libro muy nostálgico sobre un mundo que no conocí y que Zweig describe como siempre maravillosamente. Transmite la añoranza por una magia que desaparece bajo el avance de Hitler
Soy fanático de Zweig pero, no sé por qué, este libro me aburrió. Me quedo con sus biografías, en particular la insuperable "María Antonieta", obra maestra del análisis psicológico, fino estudio de época, análisis histórico y amena forma de narrar. Nada de esto ocurre en esta obra.
He aquí, pues, lo que diferenciaba, para bien, la Primera Guerra Mundial de la Segunda: la palabra todavía tenía autoridad entonces. Todavía no la había echado a perder la mentira organizada, la “propaganda”, la gente todavía hacía caso de la palabra escrita, la esperaba.
"Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo este ha vivido de verdad."
Sin miedo alguno pensaba en la muerte pero no me venía a la cabeza ni las más remota imagen de lo que aún me estaba reservado por vivir: expulsado, perseguido y despojado de patria, que mis libros acabarían quemados y mi nombre, estigmatizado en Alemania como el de un criminal.
Si hoy, reflexionando con calma, nos preguntamos por qué Europa fue a la guerra en 1914, no hallaremos ni un solo fundamento razonable, ni un solo motivo. No era cuestión de ideas; no sabría explicarlo de otro modo sino por el exceso de fuerza.
Antes de 1914 la Tierra era de todos. Todo el mundo iba a donde quería y permanecía allí el tiempo que quería. No existían permisos ni autorizaciones. Me divierte la sorpresa de los jóvenes cuando cuento que antes de 1914 viaje a India y EEUU sin pasaporte. Jamás había visto uno
Cuando se cierra una puerta al diablo, éste suele forzar la entrada por la chimenea o por una puerta trasera.