Ardua interrogación sobre lo real, la historia, la memoria y el lenguaje. El entenado de Juan José Saer Yo era arcilla blanda cuando toqué esas costas de delirio, y piedra inmutable cuando las dejé, dice el protagonista y narrador de esta historia. Luego de sesenta años de esa experiencia alucinante, que lo marcaría para el resto de su vida, en el silencio de la noche y a la luz de una vela, recompone los momentos más importantes de los diez años que pasó con los indios colastinés, que salen una vez por año en sus canoas a cazar a otras tribus para poder devorar carne humana. Grumete de la expedición española que lleva a descubrir el Mar Dulce, este niño sobrevive y es testigo de cómo el capitán y su tripulación son ultimados y devorados ante sus ojos. Lejos de sentir odio o sed de venganza, con el correr del tiempo cada vez valora más a esa comunidad que, frente a la rapiña desenfrenada de los hombres europeos, le resulta mucho más humana.
Es un libro que se lee de un tirón. La situación planteada, las reflexiones del protagonista, las descripciones y la trama en general son muy atrapantes. Aún así, es un libro de fácil lectura y muy llevadero. La idea de conectarse con los cronistas españoles al estilo de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca es sencillamente muy atractiva.
Lo desconocido es una abstracción lo conocido un desierto pero lo conocido a medias lo vislumbrado es el lugar perfecto para hacer ondular deseo y alucinación"
Parecían presentir la falta de algo sin llegar a nombrarlo, como si buscaran sin saber qué buscaban ni qué se les había perdido"