El campeón mundial de ajedrez, Mirko Czentovic, viaja en un buque de vapor desde Nueva York hacia Buenos Aires a disputar un torneo. McConnor, un obstinado pasajero aficionado, desde que se entera de su presencia no descansa hasta lograr jugar una partida con él, pero no le sale barato: doscientos cincuenta dólares por partida es el precio de Czentovic. El devenir de los acontecimientos cambia cuando entra en escena el doctor B., un personaje extraño que ocasionalmente pasa por el lugar donde Czentovic se enfrentaba a McConnor. No puede evitar observar la partida y aconsejarle a McConnor las jugadas correctas para salvar la partida y obtener un empate.
Lectura fácil . Me gustó como relata el escritor pero no me gustó como deja a los jugadores de ajedrez. Toca el tema del que juega al ajedrez es inteligente o se vuelve loco de alguna manera. La llamada fiebre que describe es la locura. Hay jugadores en la vida Real que puede que les pasara eso ( Bobby) pero son excepciones. Tiene momentos buenos en los que describe las acciones de los personajes mientras juegan la partida y es muy parecido en la actualidad.
Una apasionante historia de partidas de ajedrez en un barco , un aficionado ajedrecista que desarrolló la técnica mientras estuvo secuestrado por la Gestapo y acompañó ese encierro con Torres , caballos , alfiles y peones, la partida final entre el campeón mundial y el aficionado es excitante, como siempre E. Sweig sabe cómo transportarte a esos momentos.
... me fijé, por ejemplo, en una gota que pendía de uno de los cuellos mojados y, por mas ridículo que ello parezca, esperaba con una excitación inmensa para ver sí esa gota terminaria por caer... o sí resistiría más tiempo la fuerza de gravedad...
No nos hacían nada, solo se nos situó en la absoluta nada, porque, como se sabe, ninguna cosa en el mundo ejerce tanta presión en la psiquis humana como la nada misma.