La segunda parte de la trilogía El jinete de bronce. En el marco de la Segunda Guerra Mundial Tatiana y Alexander tratan de sobrevivir al peor de los enemigos: la nostalgia de un amor que no saben si ha muerto o sigue respirando. Sobrevivir al sitio de Leningrado fue una prueba de fuego para el profundo amor de la joven Tatiana Metanova y el oficial del Ejército Rojo, Alexander Belov, un amor acaso destinado a convertirse en un sueño imposible. Desde que abandonara las calles de Leningrado, Tatiana demostró su valor y su coraje para reunirse, en primera línea de frente, junto al hombre que amaba. Pero la guerra, implacable, sigue su curso, demostrando a ambos enamorados que no hay cabida para ellos en un mundo que ha saltado por completo por los aires. Tatiana consigue huir a través de las fronteras escandinavas y posteriormente se embarca en Estocolmo con rumbo a Nueva York, embarazada y sin ninguna noticia sobre si Alexander aún vive... Su vida sigue, ajena al hecho de que, al otro extremo del globo, en las gélidas tierras de la Unión Soviética Alexander sufre el hostigamiento de las fuerzas represoras del régimen a causa de su origen norteamericano. Sea cual sea el resultado final de la contienda, el valeroso oficial sabe que su futuro se vislumbra oscuro. Sólo el recuerdo de su esposa alimenta su espíritu ante la adversidad... junto con la secreta e inconfesable esperanza de que siga con vida.
Alexander se volvió y observó su imagen en el espejo por última vez. “no quiero olvidarme de este niño, por si alguna vez necesito volver a su lado”
Tatiana estaba apunto de rendirse, pero Sam tenía unos ojos bondadosos. Unos ojos capaces de oír, percibir, sentir.
Estoy aquí porque tengo la esperanza de que si los trato bien, si les doy un poco de consuelo, entonces quizás, en otro lugar, alguien tratará bien a ….
No tengo coraje. – Lo tiene, pero está cubierto por una capa de hielo. Veo que es invierno en su interior… No se preocupe, el verano no tardará en llegar y el hielo se deshará.