Primer libro de la serie de Petra Delicado. En el promete lo que al final ha sido la serie, intriga y diversión
Una fórmula, tan común como exitosa, en el género policial, es presentarnos a una pareja de policías conduciendo la investigación. Así, al mismo tiempo que nos interesamos por la trama - el hecho criminal, su investigación , y su resolución - , adquiere un peso específico todo lo concerniente a la interacción, tanto profesional como personal entre los protagonistas. Tal es el caso, en esta muy buena novela, de la inspectora Petra Delicado, y su segundo Fermín Garzón. Ante una momentánea falta de personal, los dos son convocados a investigar un caso de violación. Ella, protagonista principal y narradora en primera persona, acostumbrada a trabajos burocráticos en la sección de información y archivos, dada su falta de experiencia y en un medio tradicionalmente machista, se muestra en los inicios insegura e impulsiva, lo que la lleva a dar varios pasos en falso. Él, recién llegado a Barcelona, acostumbrado a obedecer sin cuestionar, va agregando su cuota de experiencia, profesionalismo y pragmatismo. Así, a medida que el caso avanza y deriva en un asesinato, van construyendo una relación que los complementa en lo profesional y que deviene en amistad. Con una historia bien construida y ambientada, y una narración ágil y llevadera, vemos además de los habituales elementos propios del género, una subtrama referente a la vida de la protagonista - con interesantes personajes secundarios -, y alusiones a un clima social - propio de los 90 en España, - y con cáusticas referencias al rol de los medios de comunicación. Nos encontramos, entonces, con una muy buena opción de lectura, que, desde ya, recomendamos. Enlace: HTTPS://SOBREVOLANDOLECTURAS..
Hay flores, Garzón, que salen en las cunetas sin simientes ni cuidados. Nadie las riega, nadie se fija en ellas. Sólo reciben la bendición de la lluvia, el sol...
La música rebotaba contra las paredes desnudas y volvía al centro de la sala con un eco amenazador que estaba entre el fondo de una tormenta y el ruido de un trasatlántico en alta mar.
Algo estaba demostrándose ante mí diáfanamente: un policía no es Papa Noél. Nadie parece quererlo, ni las víctimas, ni los testigos, ni sus superiores, ni los periodistas, ni la sociedad...Todo policía haría bien en comprarse un perro con tal de asegurarse un mínimo amor.
Para todo proyecto de altura no hay más que concebir previamente un decorado; el resto suele ser una serie ininterrumpida de consecuencias hacia el final feliz.