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Sinopsis de PAJAROS EN LA BOCA

Quince relatos cortos. En escenarios reales ocurren hechos que salen del espectro de lo posible. Un hombre bajito, que atiende la barra de un bar sabiendo que en el trastero la muerte lo está esperando, unas mujeres vestidas de novia que confabulan en una carretera de noche, un trabajador honesto y loco, que cava un pozo como queriendo hurgar las raíces de la tierra, la mirada extraviada de un niño que no recuerda el sabor del azúcar , un anciano que se deleita con juguetes y un perro que agoniza en el maletero de un coche sin saber que su sacrificio será inútil# Este es el mundo de Samanta Schweblin, un territorio peculiar, hecho de esperas y preguntas, donde el lector tiene su parte en la resolución de los enigmas que plantea el cuento; un mundo que a veces nos recuerda a Kafka y otras nos lleva hasta Flannery O´Connor, manteniendo siempre su propia identidad, y donde la escritura, sobria y eficaz, está al servicio de las historias que cuenta, sin un adjetivo de más o un verbo de menos. Si, como decía ítalo Calvino, la buena literatura es aquella que acecha la vida usando las palabras adecuadas, aquí tenemos a una joven autora que conoce muy bien su oficio y con Pájaros en la boca abre una nueva puerta a la literatura de nuestro tiempo.

28 reseñas sobre el libro PAJAROS EN LA BOCA

Primer libro que leo de Schweblin y la verdad es que me gustó mucho. Eso sí, me costó un poco acostumbrarme a los finales, que casi todos son abiertos o que dejan muchas cosas para que uno como lector les dé un cierre. Igualmente me parece excelente esta idea porque nos coloca en un rol más activo y nos hace parte de las historias que cuenta.Son relatos muy inquietantes, pertenecientes a un realismo mágico dónde lo extraño ingresa de repente y nos deja impactados, angustiados, asombrados, pero nunca indiferentes.


Inquietantes algunos de sus cuentos, bien escritos aunque no sea la literatura que más me gusta.


Cuentos fantásticos, en toda la extensión de la palabra


Uno de los mejores libros de cuentos que he leído. Cada uno de sus cuentos es excelente, con personajes totalmente diferentes e historias muy impactantes.


Es muy buena escritora, es cierto. También lo es el hecho que sabe generar suspenso y expectativas a la hora de leer cada uno de sus relatos. Ahora bien, eso no quiere decir que sus cuentos sean excelentes. Como narradora es impecable, pero sus cuentos -al menos a mí- no me transmitieron mucho. En definitiva, uno se arriesga a aburrirse y a no sentir nada más que decepción, pero también transita una buena prosa con palabras justas y precisas.


Quince relatos cortos. Todos maravillosos. Todos diferentes. Con cada uno de ellos es como si se empezara y terminara una brevísima novela, que con sólo algunas páginas te deja exhausta, con la sensación de que la siguiente no podrá superar a la anterior, aunque sucede. Son todos excepcionales. Y a pesar de lo novedoso que trae cada relato, algo los une: es la capacidad de generar mundos fantásticos, de hechos insólitos y siniestros, que en el papel fluyen con precisión y soltura, como si lo que cuentan fuera algo habitual. En escenarios reales, barrios porteños, casas de familia y hasta comercios como los que hay en cualquier esquina, ocurren hechos que salen del espectro de lo posible. Una niña que se alimenta de pájaros vivos y unos padres que deben afrontar el horror que les genera este comportamiento; un artista que incurre en la criminalidad como fuente de su creación, ante un público que lo legitima; una pareja que para su auto en un bar de ruta, sólo para saciar su sed, pero que se vuelve oscura y hasta perversa al encontrarse con la esposa muerta del mozo que los atiende. Éstas son algunas de las temáticas que vuelven a este libro, lectura necesaria. Tal vez uno de los más llamativos sea “Conservas”, el relato de una pareja joven, que ante la sorpresa de un embarazo no buscado y no deseado, recurre al extraño tratamiento de un médico que les ofrece una solución que se desconoce, pero que aparenta ser la puesta en suspenso (¿eterna?) del embarazo. Una metáfora de la creación que plantea una posibilidad remota pero sumamente llamativa. Samanta Schweblin es para mí una de las joyas de la literatura contemporánea argentina. Cada una de sus obras es una pisada fuerte y este compendio de cuentos cortos no escapa a la regla. Quince relatos que sumergen al lector en el mundo de lo fabuloso.


En la trastienda de una librería independiente, un buen grupo de jóvenes esperábamos impacientes a Samanta Schweblin. Era 2016, Samanta iba a hablar sobre su más reciente publicación, Siete casas vacías; a pesar de que el evento no tuvo gran difusión la sala estaba repleta. Estaba emocionada, hacía días que había acabado de leer muy encantada su cuentario Pájaros en la boca y tenía una gran expectativa por esta nueva producción. Por fin, la escritora se abrió paso entre la gente en el umbral, con una sonrisa afable disculpándose por el retraso. Fue una disertación estupenda sobre su proceso creativo, de una exactitud admirable, tan lúcida, tan clara como el lenguaje de sus cuentos. Encontramos en Samanta, sobre todo en esta obra una marcada influencia de los cuentistas norteamericanos del siglo XX: la palabra justa, los personajes comunes y corrientes, lo extraordinario en lo ordinario. Pero el aporte de Samanta es notable. Por ejemplo, en lo visual, tenemos imágenes grotescas, inverosímiles que lindan con el subrealismo. Esto se evidencia en los cuatro mejores cuentos de la colección: Pájaros en la boca (una adolescente no puede comer otra cosa que no sean pájaros vivos), La pesada valija de Benavides (un hombre se presenta en la casa de su siquiatra con su mujer descuartizada en una maleta), Matar a un perro (un hombre para probar su arrojo mata a un perro para ser aceptado en un misterioso trabajo) y Conservas (una mujer a través de un tratamiento innovador interrumpe su embarazo). Otro aporte es el diseño de personajes trastornados, los vemos en Mi hermano Walter (la presencia de un hombre deprimido es necesaria en todas las celebraciones familiares) y en La medida de las cosas (un singular hombre al parecer autista llega a trabajar a una juguetería y es violentado por una mujer que lo andaba buscando). Después del evento, Samanta se quedó un buen rato. Aprovechamos en conversar con ella, hicimos todo tipo de preguntas entre serias y absurdas y todas las contestó de muy buena gana, con su sonrisa afable. Me fui con una foto, un autógrafo y una gran necesidad de escribir.


La primera vez que leí Pájaros en la boca me sorprendió el manejo de lo ominoso, estos ambientes cotidianos trastocados con algo de otro orden, estos personajes discapacitados, anormales, a veces infantiles, siempre en el margen, siempre en estado de carencia. En esta segunda lectura del libro me encontré además con cuestiones que tal vez no había percibido antes o no me habían llamado tanto la atención: la misoginia infantil, la depresión, el deseo de algo que se fue, los lazos familiares y los roles de género, el campo, la maternidad, niños viejos y adultos niños, niños malos. Son esos cuentos que resisten el paso del tiempo, porque, al menos a mí me pasó que en esta segunda lectura, armé unos sentidos en algunos casos bien distintos a cuando leí este libro la primera vez, hace ya unos años. Creo que, en su mayoría, son cuentos-fotos, imágenes congeladas. Es la narración de un instante, de una escena, y está escrito con una prosa ágil, económica, simple, de esas que invitan a cualquier lector a entrar, sin florituras, dirían algunxs. Acabo de leer Distancia de rescate, y estoy sesgada por esa lectura porque me pareció impecable. Al volver a estos cuentos esperaba el vértigo de Distancia, y no lo encontré. Manejan otro ritmo narrativo. De algún modo siento que no están al mismo nivel, esperaba esta sensación de querer saber qué pasa y no parar, y salvo los cuentos que ya menciono más abajo, no me pasó. Mis cuentos preferidos de este libro fueron: En la estepa (el último del libro y para mí, el mejor), Cabezas contra el asfalto (tremendo y perfecto, tal vez demasiado parecido al personaje Castel de El túnel, de Sábato), Mariposas (precioso y terrible) y Conservas (me sentí con la misma sensación que al ver un capítulo de Black Mirror, leí con esa sensación de horror y de ¿alegría? al mismo tiempo. Me puso en un fuera de lugar, porque no sabía si alegrarme o no por lo que estaba leyendo. Super logrado este cuento). El resto de los cuentos me parecieron bien, no me parecieron una genialidad tampoco. Creo que las premisas de los cuentos en general son muy muy buenas, pero que le falta más dimensionalidad tal vez, no lo sé, me quedé con gusto a poco. Hubo dos o tres cuentos que directamente no me gustaron: La furia de las pestes, La medida de las cosas y Perdiendo velocidad (paradójicamente, los títulos me resultaron super atractivos). Me gustó el libro y lo recomiendo, pero creo que si llegás o te gusta Schweblin por sus climas y personajes raros, un poco lyncheanos, y por el clima ominoso, entonces te pido que leas Distancia de rescate.


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