Denuncia apasionada de la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión, Identidades asesinas es, a la vez, una tentativa de comprender por qué en la historia de la humanidad la afirmación del uno ha significado siempre la negación del otro. Desde su condición de hombre situado entre Oriente y Occidente que gravita sobre toda su obra, ya sea literaria como en León el Africano o Las escalas de Levante, o histórica como en Las Cruzadas vistas por los árabes, cuando se le pregunta a Amin Maalouf si se siente más libanés o más francés, responde que por igual: «Lo que me hace ser yo mismo y no otro escribe es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, entre varias tradiciones culturales. Ésa es mi identidad».
Tú yo yo tenemos millones de cosas en común. Y otras tantas diferentes. Y eso es increíble. Amin Maalouf dice en algún lugar: "Lo que me hace ser yo mismo y no otro es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, entre varias tradiciones culturales. Ésa es mi identidad." De alguien que tiene esa apertura de mente se pueden esperar grandes cosas. Una de ellas es este libro fantástico. Breve pero porque no pretende arreglar el mundo con sus ideas. Pretende entenderlo un poco mejor y que nos comprendamos entre las personas aunque sea un poco. Y sobre todo, pretende que la gente piense y se pregunte acerca de su identidad y de lo rico de ésta. Y que también la gente abra su mente y se aleje de las rigideces y de muchas otra cuestiones para las cuales es mejor leer el libro. Como me dijo la persona que me lo regaló, es un libro que debería leer todo el mundo. Lo mejor: es innovador aunque parezca que no. Es un gran libro en pocas páginas.
¿Y el destino? preguntarán algunos con un guiño intencionado al pensar que soy oriental. Para el ser humano, el destino es como el viento para el velero. El que está al timón no puede decidir de dónde sopla el viento, ni con qué fuerza, pero sí puede orientar la vela.
La cordura es una estrecha senda que discurre por la cresta de una montaña entre dos precipicios, entre dos concepciones extremas.