Un libro de poemas del poeta estadounidense Whitman, elogia la naturaleza y el papel del individuo humano en ella. Es el supremo cantor del Yo y de la naturaleza, del cuerpo y del alma, de la igualdad del hombre y la mujer, de las delicias del sexo, de la fraternidad y la democracia. Profundamente renovadora en cuanto a forma y contenido, su obra suscitó una oleada de entusiasmo y controversias. Aparecida en 1855, Hojas de hierba vio nueve ediciones corregidas y aumentadas en vida del poeta.
Un canto liberado hacia la relación hombre-naturaleza y la ansiada unión divina e imperecedera de la humanidad como un todo. En un implacable verso libre desmenuza todos los mecanismos que modelan al ser humano y construye a partir de él, en pos de una purificación definitiva. Aquella luz divina, impactante por la serenidad de su inconciencia, devela los secretos más profundos de nuestra latente existencia colectiva. Ese tacto es el fin de todo mundo conocido o por conocer; un vestigio de silencio, una planta en crecimiento, una ola transpirando de impaciencia. Todo lo que atraviesa nuestra perspectiva puede hacernos libres. Gracias Walt.
El pasado y el presente se desvanecen los he colmado, los he vaciado, Y, para el futuro, me apresto a llenar mi próxima cuna.
Ni yo ni otro ninguno puede recorrer este camino en tu lugar; Tú, sólo tú, debes recorrerlo no es largo, está a tu alcance; Quizá, sin percatarte, te hallas en él desde que naciste; quizá está en todas partes, en el mar y en la tierra.
Tú, lector, palpitas de vida y orgullo y amor, como yo. Para ti son, pues, estos cantos.
como si, en realidad, alguno supiera algo de mi vida. Pues yo mismo, a menudo pienso, que muy poco es lo que sé de mi vida. Solo algunos indicios, unos pocos rastros acá y allá.
Si no consigues encontrarme al principio, no te desalientes, si no me encuentras en un lugar, busca en otro, estoy en alguna parte, esperándote