Canción de hielo y fuego: Libro cuarto. Lugares vívidos, personajes consistentes y verosímiles, sangre roja y cálida. Mientras los vientos del otoño desnudan los árboles, las últimas cosechas se pudren en los pocos campos que no han sido devastados por la guerra, y por los ríos teñidos de rojo bajan cadáveres de todos los blasones y estirpes. Y aunque casi todo Poniente yace extenuado, en diversos rincones florecen nuevas e inquietantes intrigas que ansían nutrirse de los despojos de un reino moribundo. George R.R. Martin continúa sumando hordas de seguidores incondicionales mientras desgrana, con pulso firme y certero, una de las experiencias literarias más ambiciosas y apasionantes que se hayan propuesto nunca en el terreno de la fantasía. Festín de cuervos, como la calma que precede a la tempestad, desarrolla nuevos personajes y tramas de un retablo tenso y sobrecogedor.
Otro gran fiasco como el segundo, demasiadas divagaciones en la filosofía de ciertos personajes, sólo se salva por cierto nuevo actor que entra en escena. Lo que avanza en la trama es muy bueno, pero en otras partes se queda estancada y dificulta mucho su lectura.
Más lenta que las anteriores entregas, se centra más en personajes secundarios de las novelas anteriores
A mi parecer, el más aburrido de la saga, aunque quizás es porque contrasta mucho con el anterior, que es el mejor. Aún así, muy buen libro.
Es la que menos brilla de todas. Los personajes asignados a esta parte de la saga, en el momento que transcurre en la misma, no dan el suficiente énfasis argumental. Decae un poco y la reduce a un plano más simplista.