Dos semanas antes de fallecer, Oliver Sacks dejó preparado para su publicación este volumen, que reúne diez textos de temáticas diversas unidos en torno de una pregunta central cuya respuesta persiguió el autor a lo largo de toda su obra: qué es lo que nos configura como humanos. El libro es una perfecta muestra de las virtudes de Sacks como ensayista: sus profundos conocimientos e innovadoras ideas en el campo de la neurología; la erudición nunca pedante que le permitía conectar ese saber con otras ciencias y con la cultura para ir más allá de la especialización; su enorme capacidad como divulgador y su seductora manera de explicar temas complejos con pasión de narrador, y, sobre todo, su curiosidad y sabiduría humanística casi infinitas.
“El río de la conciencia” es un libro muy diferente a lo que acostumbramos a leer de Sacks. Esta vez, Sacks no narra breves historias y curiosidades sobre las enfermedades de sus pacientes, sino que aquí realiza una serie de reflexiones, desde autores y sus respectivas aportaciones, Darwin, Freud…a pensamientos relacionados con la velocidad, el tiempo, la fiabilidad de nuestra memoria y la capacidad de esta para fabular y hacernos creer que hemos vivido determinados hechos cuando nunca sucedieron; la creatividad, la sensación del malestar general que aparece cuando se rompe la homeostasis, la migraña, etc. Muy diferente al resto de sus libros, sigue siendo una lectura de calidad, compuesta por diversidad de pensamientos, que, en puntos concretos, puede resultar algo densa, ya que puede llegar a ser bastante técnica en temas específicos. ¡Un libro realmente interesante!
Muy interesante las perspectivas que apuesta el autor con referencias a grandes científicos de la historia como Freud (psicoanálisis), Darwin(evolucionista) , Ortega y Gasset (la filosofía del tiempo), etc. Realmente muy fácil de entender y con toques de humor que la hace uno de sus grandes libros.
Sospecho que gran parte de mis entusiasmos e impulsos, que me parecen completamente propios, podrían haber surgido de las sugerencias de otras personas que me han influido poderosamente, ya sea de manera consciente o inconsciente, y que luego he olvidado.
La memoria no surge solo de la experiencia, sino del intercambio de muchas mentes.
Aunque no podemos salir de nuestra propia velocidad y tiempo, con la imaginación podemos entrar en todas las velocidades, en todos los tiempos
La conciencia es siempre activa y selectiva: está cargada de sensaciones y significados que son sólo nuestros, que conforman nuestras elecciones y fusionan nuestras percepciones.
Cada percepción, cada escena, está conformada por nosotros, lo pretendamos o no, lo sepamos o no. Somos los directores de la película que estamos rodando, pero también somos su tema: cada fotograma, cada momento, somos nosotros, es nuestro.