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Sinopsis de EL LIBRERO DE KABUL

La periodista noruega, Åsne Seierstad, pasó en 2001 varios meses conviviendo con la familia del librero Sultan Khan, experiencias que dieron lugar a este apasionante testimonio y bestseller en muchos países. A Åsne Seierstad le fascina el hecho de encontrarse, en medio de tanto desorden y destrucción, con este librero, un personaje culto y con una gran devoción por los libros. A lo largo de los distintos periodos y regímenes, el librero asiste a varias redadas de su tienda e incluso al terrible acto de la quema de sus libros.La autora relata la vida personal del librero: su segunda boda con la jovencísima Sonia y la separación física de su primera mujer o su viaje a distintas partes de Afganistán y va definiendo el perfil del librero, hombre culto y hábil en los negocios, pero también autoritario y machista.Describe la humillación de Sharifa, la primera mujer de Sultan, que tiene que fingir delante de los demás que está encantada con la nueva esposa de su marido; también está la historia de Bibi Gul, la madre gordísima de Sultan que ha dedicado su vida a tener hijos, varios de los cuales fallecieron de pequeños, y quien intenta sobrellevar todos los disgustos comiendo golosinas. La autora muestra en todo momento el peso que tiene la familia en todas las decisiones que afectan a las hijas, en ningún momento estas pueden decidir sobre su destino o sus maridos, son simplemente un objeto de intercambio en función del dinero que la familia pretende conseguir por ellas.La autora ha conseguido construir unas memorias fabulosas en las que se mezclan con mucha habilidad el fondo político, los acontecimientos en Afganistán y la vida íntima de la familia del librero.

17 reseñas sobre el libro EL LIBRERO DE KABUL

Soy por costumbre un descreído. Ni el cielo ni el infierno existen después de la muerte. Pero las mujeres afganas tienen que sufrir los rigores del infierno mientras viven. ¿Puede haber algo más tortuoso que ser mujer en un país como Afganistán, o cualquiera que esté regido por intolerantes religiosos, misóginos, tiranos de por sí? Esta narración no es ficción, ninguna ficción puede alardear de la magnitud de las desgracias que han de soportar las mujeres, los pobres, los desamparados en esos países. Escrita en clave periodística, hace una perfecta descripción del crisol cultural y fanático de un territorio que soporta el peso de las tradiciones con un rigor asfixiante, aplastante, donde sólo vale ser hombre y con cierto poder económico. El resto está condenado a sufrir y padecer. A pesar de todo, es una lectura amena, ilustrativa. Me sedujo el título, algo que me sucede con harta frecuencia.


Este libro, que al principio prometía mucho, fue desinflando su encanto a medidas que pasaba las hojas. En teoría esperaba leer más sobre el librero y su negocio, lo cual solos e menciona en los primeros capítulos, y el libro escrito por la noruega que vivió con esa familia, se enfocó en el drama diario del país, como ser su dogma, sus creencias radicales, la misoginia que se vive allá y demás problemas coyunturales.


No es una obra de ficción,sino más bien un relato costumbrista de la sociedad afgana,país que justamente está en el centro noticioso mundial en este momento. La historia se enmarca en el periodo de tiempo que la escritora comparte la vida y también los recuerdos,con una familia afgana,que ella califica de clase media,pero que puede ser ubicada en un nivel superior en el contexto social que los rodea. De esta forma relata las vivencias de cada integrante de la familia y el rol que juega en la burbuja familiar,pero ,al dejar la autora el lugar, muchas historias quedan sin final. Nos muestra una sociedad castigada por décadas de guerras e intervenciones extranjeras,cambios de régimen que,sin embargo, no han podido modificar unas costumbres tribales,patriarcales y machistas profundamente arraigadas.


El librero de Kabul es un libro que empieza bien, pero a medida que va avanzando te das cuenta de que la autora no te cuenta una historia continuada,si no la historia de la familia Kan por partes lo que hace que te desconectes en los capítulos que se me han hecho más aburridos.


Si eres mujer estás jodida si vives en Afganistán. Hace poco escuché en un concurso que el peor país del mundo para vivir es Afganistán y es que después de haber pasado por ahí los soviéticos y luego los talibanes se ha quedado el país hecho una mierda. Mucha culpa de esto lo tiene el Islam y los hombres. No se si pondrá en el libro sagrado que hay que ser un jodido machista o los hombres lo interpretan así porque les conviene. Las leyes están siempre en contra de la mujer. Que pillan a una pareja dándose el lote? Los obligan a casarse. Aunque el hombre este casado no le pasa nada, como mucho la tendrá que aceptar a la mujer como segunda o tercera esposa. Esta mejor considerado un perro. Que era la mujer la que estaba casada? La lapidan. Siempre tiene que ir tapada. Si la pillan maquillada dentro de ese horno, latigazos. Que al hombre le pillan sin llevar la largura (tiene huevos también esto) que dice el jodido Corán, unos cachetes o un par de días en el calabozo. La mujer no puede estudiar, no puede enseñar, los hijos mandan más que ella, ni al mercado pueden ir solas. Lo único que les dejan hacer es la comida, lavar, barrer dos veces por día, criar diez hijos en algunos casos, estar muerta de asco en una casa en otro país por si llega su marido,...


Seierstad, es una periodista noruega que tras la caída del régimen talibán en 2001, viaja a Afganistán. Estando en Kabul, conoce a Sultán Khan y le propone vivir con él y su familia durante unos meses para luego escribir una crónica sobre la vida cotidiana de una familia afgana. Este libro es el resultado de dicha experiencia. Un exquisito trabajo periodístico de campo que se lee como una “novela” e impacta por su testimonio. Nos adentramos en los tramas domésticos de una familia islámica que con penurias e ilusiones, que se debate entre las tradiciones y la modernidad. Esta reflexión implícita me pareció fantástica. Libro interesantísimo. Testimonio en primera mano del día a día de los afganos, golpeados por la convulsa situación de su país, un país devastado, marcado por la guerra y la intolerancia. Es duro leer la persistencia de estas culturas. Disfruté muchísimo de esta lectura. Se deja leer sin mayores esfuerzos, como si fuera una novela aunque no se destaca por su calidad narrativa. Aborda algunos temas que ya parecieran lugares comunes en la literatura de la materia: aún así conmueve y vale la pena.


Libro de fácil lectura, escrito con estilo periodístico y corte etnográfico. No llega a ser una novela. Se queda en el estilo de las "historias de vida" que leía de niña en las Selecciones de Reader's Digest y como en aquellas, tuve todo el tiempo la sensación de ser conducida a un conocimiento de una realidad que se abre paso en forma de denuncia. En primer lugar, me queda un mal sabor al percibir que, la periodista abusó de la hospitalidad del librero para entrar en su mundo y juzgarlo abyecto. Toma la vida de esas mujeres y las expone con lástima y conmisceración por su "suerte" de haber nacido en una cultura que le resulta despreciable, o al menos, así la describe.Yo tuve la oportunidad de vivir 20 años en pueblos pobres del altiplano andino peruano donde- si se aplicara la misma subjetividad del relato de la periodista- la descripción de las formas de vida, las carencias materiales o los principios morales son exactamente los mismos, en este caso no solamente bajo el designio de una religión, sino mas bien de la pobreza, la falta de instrucción y la aculturación que quedan en un pueblo devastado por los sucesivos colonialismos que le robaron la dignidad y la historia. Con esto quiero decir que este libro, según mi criterio, es un panfleto más de propaganda anti-islámica escrito en favor de los intereses que avalan un sometimiento "proteccionista" sobre los pueblos árabes para "corregir" su rumbo. Esto no es literatura, es solo un seudo-reportaje, sin honor, sin ética.


Licenciada en filología rusa y española, la escritora noruega Asne Seierstad colabora desde hace años en diversos medios escandinavos desde distintos lugares del mundo. Ha cubierto muchos de los conflictos bélicos contemporáneos. Asi, de sus estancias en Irak y Serbia nacieron las novelas Ciento y un días y De espaldas al mundo, donde cuenta sus experiencias en sendos países. Cuando en 2001 la Alianza del Norte invadió Afganistán en busca de Bin Laden y sus secuaces de Al Qaeda, responsables de los atentados del 11S en Nueva York y Washington, la corresponsal Seierstad acompañó a las tropas para cubrir la información. Tras la caída del régimen talibán se alojó en la casa de un conocido librero de Kabul, Sultán Khan. Alli escribió El librero de Kabul. La amistad nacida entre la escritora, Sultán y el resto de la familia fueron el caldo de cultivo de una novela que me ha sorprendido e informado por igual desde sus primeras páginas. Es una novela que entretiene, cultiva y nos hace reflexionar sobre la situación de un país tan poco conocido como apasionante. A través de sus 270 páginas uno puede llegar a sentir la irresistible necesidad de viajar hasta aquellas tierras. En otros pasajes, sin embargo, se alegra de estar tan lejos de allí. El libro constituye un documento interesante para conocer de primera mano los modos de vida de los afganos a lo largo de los últimos cincuenta años: el gobierno de Zahir Shah, la intervención soviética, el régimen talibán y la ocupación internacional tras la guerra de 2001-2. La novela describe los acontecimientos acaecidos en el Kabul inmediatamente posterior a la caída del sistema talibán, así como la vida cotidiana de una familia afgana acomodada. Durante su estancia en Kabul Seierstad pudo vivir, documentarse y escribir la historia con total libertad dada su condición de mujer occidental, lo cual le permitió alternar en ambientes femeninos y masculinos a la vez, algo impensable para las mujeres afganas. El personaje central, Sultán Khan, es un librero amante de las Humanidades, las artes y la poesía de su país. No obstante, su carácter progresista en cuanto a la cultura contrasta de forma radical con su conservadurismo en relación a los negocios y los asuntos familiares. Un hombre afable fuera de casa se puede convertir, por lo visto en este libro, en un auténtico dictador dentro de su propio hogar. La religión, las costumbres y la necesidad del mantenimiento de las formas encorsetan tanto a la sociedad afgana como a la familia Khan. Hasta el punto de que todos sus miembros respetan al líder de la familia, llevando una vida oprimida y vacía únicamente por no contrariarlo y buscarse problemas mayores. Los hijos de Sultán deben obedecer a su padre a rajatabla pese a gozar de una cierta libertad. Algo que no ocurre con las hijas, quienes viven para atender la casa y a sus familiares masculinos. Aún con todo, no conviene tampoco ver al cabeza de familia como un ser despreciable. La autora deja claro que su conducta proviene de una sociedad misógina y opresora y de una serie de vicisitudes ajenas al proprio Sultán. De hecho, hasta en dos ocasiones diferentes sus libros o gran parte de ellos habían sido destruidos o confiscados por los distintos regímenes asentados en el poder. Teniendo en cuenta el marcado carácter patriarcal de la sociedad afagna y el hecho de que las librerías eran el sustento principal y casi único de la familia es de entender que actuara de tal manera. Otro hecho significativo que llama la atención en el libro es la multitud de grupos y facciones diferentes existentes dentro de la sociedad afgana. Todos ellos luchan por el poder, total o simplemente regional, a través del mando de sus correspondientes señores de la guerra. Asímismo, la visión que tiene la población respecto a los aliados es muy variada. Algunos los consideran los salvadores temporales del pueblo, mientras otros apuestan por un régimen más radical, al más puro estilo talibán. No en vano, de la multitud de frases que me han conmocionado durante la lectura de la novela me quedo con una que creo define a la perfección cuál es la forma de pensar mayoritaria en el país: cuando los afganos elegimos a nuestros gobernantes de forma más o menos democrática solemos equivocarnos siempre . ¿Verdad que es una frase muy ilustrativa?


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FRASES DEL LIBRO EL LIBRERO DE KABUL

En las estanterías de Sultán Khan abundan obras en varias lenguas: colecciones de poesía, leyendas afganas, libros de historia, novelas...


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Volví a menudo cuando tenía tiempo para mirar libros y seguir conversando con el curioso librero, un patriota afgano a menudo frustrado por su país.


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