Sinopsis de AUTO DE FE

6 reseñas sobre el libro AUTO DE FE

Existen libros que al terminar de leerlos nos dejan en un estado de crisis, las historias que cuentan tienen un sentido tan profundo, hay en ellos un simbolismo tan raro, que la mente se bloquea, es como si la realidad, en apariencia equilibrada y coherente, al correr de las páginas, se desintegrase lenta y progresivamente, hasta convertirse en una masa incomprensible. No hay otra palabra mejor que “desintegración” para expresar el estado de ánimo en el que se acaba tras leer Auto de Fe, la única novela publicada en vida por Elías Canetti: cada personaje vive encerrado en sí mismo, preso de sus palabras e ideas, empleadas para expresar una marcada subjetividad que sirve exclusivamente a su ego y a la voluntad de imponerse sobre los otros, generando situaciones donde el lenguaje resulta inútil si se trata de buscar una comunicación eficaz, porque decae en ciclos de malentendidos lamentables. El lenguaje no parece darle sentido a la realidad, cada individuo la tergiversa y la interpreta según sus propósitos, en medio de un aislamiento insalvable. La novela tiene tres partes: “Una cabeza sin mundo”, “Un mundo sin Cabeza” y “Un mundo en la cabeza”, en ellas Elías Canetti nos presenta a Peter Kien, el más grande sinólogo vivo, un personaje identificado por el autor como el Hombre – Libro, obsesionado con su inmensa biblioteca, dedicado al estudio de las lenguas orientales, autor de ensayos de gran erudición, muy reconocidos por los círculos académicos. Consecuencia de esa profunda erudición, es su desprecio por la sociedad de su tiempo, que Kien interpreta como una masa, caracterizada por el materialismo, la vulgaridad, la ignorancia, la violencia y la facilidad de manipulación. Esa cabeza de memoria prodigiosa, capaz de entender la complejidad de la filología china, no le permite a su dueño relacionarse con la sociedad circundante, como no sea en función de los libros y la búsqueda de la sabiduría: no conoce el amor, jamás ha confiado en nadie, carece de amigos, no busca ser comprendido, le repugna cualquier clase de placer que lo distraiga del estudio, desprecia por igual las mujeres y el dinero, vive con austeridad en medio de rutinas inveteradas, aferrado por toda posesión a los veinticinco mil volúmenes que llenan los estantes de su apartamento. El Doctor Kien fracasa en la esfera de lo práctico y lo tangible; pienso que ese mundo desarticulado, mezquino, egoísta y violento al que fue arrojado, esa trama de máscaras acústicas en la que se involucró sin éxito, aislado en su delirio, sin posibilidades de comprender o de ser comprendido, daña su mente de forma irremediable: se cree perseguido y juzgado por el asesinato de su esposa; ve en la calles de la ciudad fuerzas oscuras y terribles que buscan bibliotecas para incendiarlas, que lo persiguen para arrebatarle todo cuanto le da sentido a su vida; presiente tal vez los monstruos de la guerra devorando hambrientos la libertad, la conciencia y la dignidad de los hombres. No hay forma de que esos cerdos lleguen a doblegarlo, el hombre – libro, arde como arde el Theresianum, el fuego es la solución final. Creo que jamás olvidaré a este sinólogo desadaptado, puedo encontrar mucho de él en mi propio ser, veo en su tragedia un espejo de las máscaras acústicas que confunden e incomunican a la gente en este mundo azaroso de hoy: el común de las personas apenas entiende las grandes fuerzas que mueven los hilos del poder, la economía y la sociedad; idiotizados como vivimos por la superabundancia de información que generan los mass media, sedientos de novedades y de hablar por hablar, nos perdemos en la construcción artificial de la experiencia; mientras tanto, los grandes capitalistas, los creadores del mercado global, quienes financian a nuestros gobiernos, urden el complot de la manipulación y el control, cavando en silencio nuestras tumbas, ese oscuro y húmedo pedazo de tierra al que iremos a parar después de ser utilizados. Peter Kien decidió inmolarse con sus libros, eran lo único que le importaba. Fue un final atroz pero digno, cualquier muerte por dolorosa que parezca, es preferible, cuando la otra alternativa es perecer en las fauces de esos monstruos engendrados por la masa.


Lo leí hace muchísimos años y me dejó tan impresionada, me creó tantas emociones que no soy capaz de releerlo y arriesgarme a perder ese recuerdo. Me siento tentada e igual un día lo haga, pero no de momento.


Canetti a lo largo de esta extensa obra a mi modo de ver nos biene a decir que el conocimiento es lo más importante de todo. Amar el saber nos debe llenar de orgullo. Pero a la vez nos advierte de que un exceso de superioridad intelectual puede acabar haciendonos los hombres más insoportables del mundo. Se acaba por no ver la vida real y eso puede llegar a destruirnos a nosotros mismos.


La novela tiene una prosa lenta y descriptiva, Canetti dice sobre esto: «Creo que mi familiaridad con la química, con sus procesos y sus fórmulas, incidió también en este rigorismo», a propósito de su carrera universitaria, la cual no lo llenaba. Siendo la única novela de Canetti, hay que decir que es bastante ensayística. Parece todo lo contrario de Masa y Poder, libro al que se lo podría exigir más ciencia y menos literatura. Con Auto de fe tenemos una obra lenta y, como en la cita anterior, muy rigurosa. Sin embargo, encontramos varias escenas impresionantes e interesantes desde el punto de vista de su filosofía y del análisis del poder. Es una obra olvidada injustamente, pues habla directo, sin filtros a la vista, a todo aquél que forma parte de la sociedad. Para Canetti, todos estamos desequilibrados en algún punto y en algún grado, nadie se salva de su pluma. Como suelo decir, en Canetti encontramos no sólo una exploración de las relaciones humanas y una descripción de los detentadores del poder, sino que también explora la posibles razones por las cuales nos frustramos tan a menudo.


En este link una amplia opinión de Vargas Llosa: http://patriciadamiano.blogspot.com/2010/10/mario-vargas-llosa-auto-de-fe-de-elias.html


Auto de fe, libros y màs libros. Nunca sabemos hasta donde podrá llegar nuestra bibliomanìa. Por otro lado no sabemos cuál va a ser el paradero de nuestros libros, pero sobre todo no sabemos en manos de quién quedaran. Pues en varios casos los cónyuges no son los màs adecuados en quedarse dicha colección si es que esto no son afines a la lectura y por ende mucho menos a la compra de libros. Es lo que pasa con Kien el bibliòfilo misántropo que osó en desposarse con su ama de llaves, un ser humano lleno de ignorancia y ambición económica. Lo va arrinconando con tal de desposeerlo de sus bienes (libros).


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