“Pequeño País” es una estremecedora historia que nos sitúa en la región de los Grandes Lagos en el año 1993. A través de los ojos de un niño contemplamos uno de los peores genocidios que han desangrado África. Sin acritud ni revanchismo, con un estilo sencillo el autor consigue envolvernos en un relato hermoso y nostálgico, que la violencia de los hombres acabará por desterrar.
Desgarrador y tierno a partes iguales, un testimonio de un niño que vivió la sangrienta matanza entre hutus y tutsis.
Un libro extraordinario. La simpleza con la que Faye se arma para describir todos los momentos que atraviesa Gaby fue realmente muy placentera de leer. "Simple", "concisa", "atrapante", "dramática" y por momentos "graciosa": estos son los calificativos que utilizaría para describir la historia de Pequeño País y por eso ahora, es uno de mis libros favoritos. Pd: Recomiendo leerlo en su idioma original (francés) ya que no tiene desperdicio alguno (y para aquellos que les cueste un poco el idioma, es "fácil" de seguir.)
Una novela preciosa. Escrita de forma sencilla, a veces poética, llega al corazón. Gabriel narra en primera persona su infancia en Burundi y su despertar a la adolescencia coincide con el genocidio de Ruanda de 1994 y la guerra civil de Burundi. Algunos hechos son duros y aterradores. Tiene un final muy emotivo. De esos libros que no se olvidan.
¡Fantástico libro ! Gaby un niño de diez años nos lleva a conocer un poquito más la vida en África, hace un recorrido por su familia, sus amigos y su infancia. Muy bien narrado y hay momentos que te hace parar y reflexionar como es posible vivir en un país así, un país donde el miedo y la violencia es inevitable. Recomendable su lectura. ⭐️⭐️⭐️⭐️
Hermosa historia. Tierna y dura por igual. Una perlita de lo poquitito que se puede conseguir en castellano respecto al genocidio en Burundi
Se pueden escribir muchas cosas sobre la historia de esta novela, pero para ser corto y objetivo, demuestra lo duro y cruel que es el ser humano. Más allá de las creencias y culturas tan distintas que existen en el mundo. El ser humano está muy lejos de comprender la atrocidades y justificación de estás, en nombre de un futuro mejor.
"Su desgarradora belleza, su honda melancolía y su intenso dramatismo conquistaron el corazón de miles de lectores", creo que esta frase en la contratapa, expresa lo que esta novela provoca a los que nos robó el corazón. Es la opera prima de un autor que escribe con mucha sensibilidad, con enorme talento narrativo, y cuenta una historia que impresiona autobiográfica, en clave de no ficción, que nos sumerge en el universo desgarrador de su infancia en Burundi, desvastado por un genocidio incomprensible. Es una novela que habla del sentido de pertenencia a un lugar, de la amistad, de la familia, del exilio, del dolor del desarraigo, del sentimiento de culpa, de la nostalgia de la patria de la infancia, de la melancolía por lo que no pudo ser, y de la literatura como vía de escape. Dolorosa y altamente recomendable.
Sin que se lo pida la guerra se encarga siempre de procurarnos un enemigo. Yo que quería permanecer neutral no pude serlo. Había nacido con aquella historia. Me corría por dentro. Le pertenecía
no hay que dudar de la belleza de las cosas, ni siquiera bajo un cielo torturador. Si no te asombran el canto del gallo o la primera luz por encima de las cumbres, si no crees en la bondad de tu alma, entonces dejas de combatir y es como si estuvieras ya muerto.
-¿Un libro puede cambiarnos? -Por supuesto, ¡un libro puede cambiarte! E incluso cambiar tu vida. Como un flechazo. Y nunca se sabe cuándo tendrá lugar ese encuentro. No hay que fiarse de los libros son genios dormidos.
He vivido mis mejores años en Kamenge, sin darme cuenta, porque siempre estaba pensando en el día de mañana, esperando que fuera mejor que ayer. La dicha sólo se ve en el retrovisor.
¿Ha leído usted todos esos libros? -le pregunté. - Sí. Algunos incluso varias veces. Ellos son los grandes amores de mi vida. Me hacen reír, llorar, dudar, reflexionar. Me permiten evadirme. Me han cambiado, han hecho de mí otra persona.
La cotidianidad llegó como un boomerang y mis padres recibieron su golpe en pleno rostro, y comprendieron que habían confundido deseo y amor. Y que cada cual se había inventado las cualidades del otro. No habían compartido sus sueños, tan sólo sus ilusiones.