Una novela policial, que conjuga elementos de filosofía, matemática y otras ramas, al narrar los actos de un asesino múltiple. Los crímenes de Oxford conjuga los sombríos hospitales ingleses con los arrebatos de pasión y las sectas Un estudiante de matemáticas argentino viaja a Oxford con fines académicos. Pero poco después de su llegada se encuentra con el cadáver de la anciana que lo alojaba, junto con un desafío matemático del asesino. Inicia así, paralelamente a la policía, su propia investigación, guiado por su maestro, el eminente lógico Arthur Seldom. Los juegos de lenguaje de Wittgenstein, el teorema de Gödel y las sectas matemáticas antiguas se conjugan en esta espléndida novela negra con los sombríos hospitales ingleses, los arrebatos de la pasión y la vida universitaria de Oxford como escenario. Una novela policíaca de trama aparentemente clásica que, en su sorprendente desenlace, se revela como un magistral acto de prestidigitación.
Una lectura entretenida pero no consigue mantenerte expectante, el misterio es incipiente y no consigue despegar del todo. Si pones suficiente atención incluso obtienes la respuesta tan pronto ocurre el primer crímen y para las personas poco conocedoras o atraídas a términos lógicos matemáticos el uso de los mismos no logra distraernos de la respuesta, que parece ser es lo que intenta
El crimen perfecto, no es aquel que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un culpable equivocado
Comimos, reímos y Charlamos, con esa alegria algo irresponsable, invulnerable a todo de los enamorados.
El crimen perfecto, escribe, no es el que queda sin resolver sino el que se resuelve con un culpable equivocado.
Si el hombre no es más que la serie de sus actos, me daba cuenta, nunca estará definido antes de su muerte: uno solo, el último de sus actos, podía aniquilar su existencia anterior, contradecir toda su vida.