Mediante un estilo cálido, emotivo y transparente, el autor de Martes con mi viejo profesor y Las cinco personas que encontrarás en el cielo presenta una narración conmovedora y llena de verdad. Todo ocurre en un pequeño pueblo de Michigan, el cual se convierte en noticia internacional cuando sus ciudadanos empiezan a recibir llamadas telefónicas de sus seres queridos... que ya han fallecido. ¿Se trata de un milagro o de un elaborado fraude? Sully Harding, un padre soltero, está decidido a averiguarlo. Estas páginas conmovedoras se alzan como una alegoría sobre el poder de la fe.
Este libro es toda una maravilla, aunque a la vez es un dolor de cabeza. Me explico: este libro, para todas las personas que hemos perdido a alguien importante nos pone en una encrucijada, enfrenta la lógica y la razón contra el corazón y el deseo. ¿Quién no ha deseado volver a comunicarse, aunque sea una sola vez más, con alguien a quien perdió? Empecé este libro con miedo a que fuera excesivamente religioso, yo me considero una persona agnóstica y aunque respeto las creencias de cada uno no soy muy partidaria del adoctrinamiento, pero la verdad es que en ningún momento se vuelve excesivamente religioso aunque en cierta manera la trama va unida a la religión de forma indivisible. En cuanto a los personajes, me ha gustado que hubiera tantos y tan diferentes entre sí, pero he echado de menos profundizar más en sus vidas, saber más de ellos, algo más que su profesión y la vinculación con la persona que les llama. Es una lectura, que a pesar de que hace reflexionar bastante, es muy ágil de leer, porque los capítulos son cortos y como va saltando de personaje en personaje se hace una lectura amena. En cuanto al final, aunque he leído críticas no muy a favor, yo creo que el final es el mejor que podía tener el libro (no voy a decir más para no hacer spoiler). En definitiva, que es un libro que recomiendo mucho, porque va a hacer plantearse al lector muchas cosas.