Historia de iniciación, década de 1940, despliega el mundo tortuoso de una familia disfuncional de clase media baja de la ciudad de La Plata. A mitad de camino entre la autobiografía delirante y el ejercicio impúdico de la etnografía íntima. Las primas es una novela única y original, con una prosa que pone en peligro todas las convenciones del lenguaje literario. A ustedes, tan cultos, les sonará aquello que decía Tolstoi de que sólo las familias desgraciadas tienen historia; pues bien, la familia de esta novela, aunque no lo parezca, es una familia feliz y normal. Todos sufren algún retraso mental o físico pero, si miramos bien, eso pasa hasta en las mejores y más reales familias. Y una, la narradora y protagonista, tiene algunos problemas con el lenguaje que resuelve consultando el diccionario. A sus hermanas y primas, con mayores desarreglos, les pasa lo que nos pasa a todos: que si nos descuidamos nos hacen daño, que si nos enamoramos nos hacen daño, que si odiamos nos hacemos daño, que si nos morimos nos olvidan, que si nos lo creemos nos estafan. Y una nos lo va contando en clave un tanto optimista: arrieritos somos y en el camino nos encontraremos, quien la hace la paga, quien bien te quiere te hará llorar, quien ríe último ríe mejor. Hay violaciones, embarazos no deseados, separaciones violentas, mortales sexos orales, asesinatos. En resumen: una novela idealista e ideal.
Maravilloso. Un relato cruel pero extremadamente real. Impresionante la prosa y la expresión. De los mejores libros leídos en los últimos tiempos.
Interesante novela, el crecimiento de la protagonista se ve hasta en la escritura del texto, que debo admitir, al principio me dio nervios. Es cruda, pero hermosa... La recomiendo y la volveré a leer en algún momento
llevo dentro de mí tantas sombras que cuando me agobian las expulso encima de mis pinturas
a medida que yo crecía en capacidad de conocimiento sumaba a esta la capacidad de curiosidad y de sentimiento
Yo solo vivía para sentarme y pintar y el mundo circundante desaparecía dejándome en una preciosa isla de tonalidades
Pero todo pasa en este mundo inmundo. Por eso no es lógico afligirse demasiado por nada ni por nadie.
Yo pensé que la mayoría de los que estábamos ahí no teníamos razón para festejar cumpleaños y que debiéramos festejar defunciones ya que obligados a vivir ocupábamos un lugar en el espacio que acaso le hiciera falta a uno nacido normal.