Vértigo, erotismo, juegos riesgosos que tienen a la muerte como protagonista, thriller psicológico trepidante que genera en el lector sensaciones tan extremas como desconocidas. Las cosas no siempre son como parecen, y cuanto más cerca aparenta estar el mundo de cierta calma, mayor suele ser la tormenta que se gesta en lo inesperado. Un rayo acaba en segundos con la ensoñación de Pablo Rouviot después de disfrutar de un concierto de violín de una de sus pacientes: su mejor amigo, José, “el Gitano”, fue encontrado al borde de la muerte en su consultorio con un tiro en la cabeza. Todo parece indicar un intento de suicidio. Pero Pablo siente que no es así: algo en lo más profundo de su ser le dice que la verdad es otra, y una vez más debe jugarse la vida para llegar al grado cero de un presente imposible de poner en palabras. Llevado por un impulso que lo empuja al límite de lo irracional, el licenciado Rouviot, con la ayuda de su fiel compañero, el subcomisario Bermúdez, se interna en una trama incierta, un universo críptico y siniestro, con leyes propias, en el que el develamiento de un secreto familiar lo deja cara a cara con un enemigo oscuro, inteligente y peligroso. Casi sin darse cuenta, se sumerge en una historia en la que deberá poner en juego sus herramientas analíticas para esclarecer la investigación policial, sin sospechar que a cada paso se irá convirtiendo en una potencial víctima.
Policial, escrito con la visión de un psicólogo logrando un buen suspenso. Sitúa la novela en Buenos Aires, el lector respira la ciudad mientras la lee.
Después de todo, el optimismo y el pesimismo son dos caras de una misma estupidez.
Ella lo amó, hizo lo que pudo, entregó todo con tal de complacerlo, y quizás eso mismo la había condenado.
Quizás no sea tan loco pensar que, de alguna manera misteriosa, el amor y la muerte están fatalmente ligados.
Desde el primer suspiro, la vida nos pone ante el desafío de enfrentarnos a cosas que jamás entenderemos.