Novela basada en la simbología oculta en la Divina Comedia de Dante Alighieri y en los problemas de la superpoblación mundial. El profesor de simbología Robert Langdon se despierta en un hospital en mitad de la noche, desorientado y con una herida en la cabeza. No recuerda nada de las últimas treinta y seis horas. Ni cómo ha llegado hasta allí, ni el origen del macabro objeto que los médicos descubren entre sus pertenencias. El mundo de Langdon pronto se convierte en un caos y se ve obligado a huir por las calles de Florencia junto a una inteligente joven, Sienna Brooks, cuyas hábiles maniobras le salvan la vida. Langdon no tarda en darse cuenta de que se encuentra en posesión de una serie de inquietantes códigos creados por un brillante científico; un genio obsesionado con el fin del mundo.
Dan Brown es como esos tanques de Hollywood, pasar un buen rato, cumple con el objetivo de entretener y a otra cosa. Pretender hacer un análisis mas profundo creo que no es la intención del autor, ni del lector que se acerca a estos libros que tan bien han andado en ventas, para alegría del señor editor.
Un gran libro, de hecho fue el primer libro que leí completamente, de ahí en adelante me apasione por la lectura y en especial el género policíaco.
Brown me dejó enganchada desde la primera a la última página, logrando no sólo que me hiciera descubrir su escritura, sino también que me hiciera sentir como parte de la trama. No un forastero viendo los acontecimientos desplegarse, sino un participante, un personaje, un colaborador ... guiando, pensando, reaccionando y actuando subconscientemente con el resto de los personajes. El libro está lleno de misterio y suspense suficiente para que el lector se vuelva cada página, tratando de encontrar respuestas a las numerosas preguntas que el autor evocó brillantemente en su argumento. Algunos capítulos me hicieron correr para escapar; Otros me dejaron boquiabierto en sorpresa o horror; Otros simplemente me dejaron agradecida de las hermosas transiciones y vínculos de un detalle a otro, creando un fino tapiz.
Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral.
Nada es más creativo o destructivo que una mente brillante con un propósito
Sólo hay un agente infeccioso que viaje más rápido que un virus, el miedo
Nada es más creativo..., o destructivo..., que una mente brillante con un propósito.
La mente humana tiene un primitivo mecanismo de defensa que niega cualquier realidad que provoque un estrés excesivo al cerebro. Se le llama negación.
El alma necesita emoción, y nunca deja de buscar combustible, bueno o malo, para esa emoción.