Es un retrato palpitante de una época marcada por la violencia y la codicia, los protagonistas rescatan el amor, la amistad, la compasión y el valor. Esta novela presenta un universo fascinante, poblado de entrañables personajes que se quedan para siempre en la memoria y el corazón de los lectores. Sommers es una joven chilena que vive en Valparaíso en 1849, el año en que se descubre oro en California. Su amante, Joaquín Andieta, parte hacia el norte dispuesto a encontrar fortuna, y ella decide seguirlo. El viaje infernal, escondida en la cala de un velero, y la búsqueda de su amante en una tierra de hombres solos y prostitutas atraídos por la fiebre del oro, transforman a la joven inocente en una mujer fuera de lo común. Eliza recibe ayuda y afecto de Tao Chi’en, un médico chino, quien la conducirá en un itinerario memorable por los misterios y contradicciones de la condición humana.
Gran historia de una mujer que tiene que reinventarse en medio de un viaje interminable por reencontrarse con el amor de su vida
Hija de la fortuna es el primer libro que leí que tenemos a toda la dinastía de otras dos novelas y debo decir que me atrapo desde el primer instante, El personaje de Eliza Sommers desde pequeña fue intrépida y audaz, la manera que ama es pura y la odisea que realiza para seguir cómo ella lo menciona el hombre de su vida Joaquín Andienta, la hace ir al norte del continente, el encontrar tantas dificultades de las cuales logra salir victoriosa, pero los personajes son entrañables que seguirán dando de que hablar por bastante tiempo, recomendado si te gusta la manera tan fluida de escribir de Allende.
De poco sirve el conocimiento sin sabiduría, y no hay sabiduría sin espiritualidad y la verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás.
De poco sirve el conocimiento sin sabiduría, no hay sabiduría sin espiritualidad y la verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás.
Para mí este país es una hoja en blanco, aquí puedo escribir mi nueva vida, convertirme en quien desee, nadie me conoce salvo tú, nadie sabe mi pasado, puedo volver a nacer
Eliza se a tenía de indagar porque podía olerlo: había estado con otra mujer , incluso podría distinguir los perfumes dulzones de las mexicanas... No podía justificar ese deseo de llorar que la invadía , como si hubiera Sido traicionada.
El sabio nada desea, no juzga, no hace planes, mantiene su mente abierta y su corazón en paz.