Un cerebro privilegiado. Un marido muerto. Y una herencia caída del cielo.Hablar seis idiomas, tener tres carreras y ser capaz de calcular mentalmente la raíz cuadrada de setecientos cuarenta y ocho no han preparado a Carolin para los duros reveses de la vida. Aún no tiene treinta años y acaba de perder al gran amor de su vida. En sentido literal: se ha quedado viuda. Y ahora descubre que es la única heredera de una inmensa fortuna que tiene que disputarse con el hijo de su difunto esposo y ex novio de juventud. En estas circunstancias no es de extrañar que Carolin se emborrache por primera vez, vaya a terapia o se gaste una fortuna en zapatos. Menos mal que no está sola en su desgracia y cuenta con la inestimable ayuda de su hermana y su cuñado, con un farmacéutico un tanto peculiar y con un fox terrier disecado llamado Número Doscientos Cuarenta y Tres...
La primera impresión es la de que se trata de una novela dramática: mujer de 27 años se queda viuda del padre de su anterior novio. ¡Tremendo! Pero pronto te das cuenta de que es un relato de lo más divertido y jocoso. ¡Genial! Apuesto que, en su lectura, se os escapan unas cuantas carcajadas. ¡Seguro! Ya me contareis. Una frase de muestra: " Lo importante era que él me quería tal como era yo. O, mejor aún, tal como él creía que era yo, porque yo era tal como yo..... ¡Da igual! Lo importante es que me quería y punto.