Un secuestro donde la conducta más sociópata es la de la víctima. Imaginad a una chica de dieciséis años, embarazada y vulnerable, a quien acaban de arrancar de la tranquilidad de su hogar para arrojarla dentro de una furgoneta destartalada. Raptada... Sola... Aterrorizada. Ahora, olvidaos de ella. Imaginad en cambio a una prodigiosa manipuladora de dieciséis años que, desdelos primeros instantes de su secuestro, se centra, con tanta serenidad como determinación, en dos cosas: salvar al niño que lleva en su seno y vengarse. Metódica y calculadora, pone a punto un plan organizado de manera casi científica en el que nada está librado al azar. Su férrea voluntad y su ingenio serán sus mejores armas contra la brutalidad de sus raptores, y lo único que le falta por hacer es esperar el momento ideal para lanzar su ataque.
Este libro ha sido uno de los primeros thrillers que he leído y la verdad es que me engancho desde la primera página. Me parece una temática muy original, ya que trata sobre una chica que tiene un alto coeficiente intelectual y es capaz de controlar sus emociones. Es una adolescente que se queda embarazada y es secuestrada. Tiene una mente fría capaz de decidir cómo sentirse. ¿Cómo actuará mientras está secuestrada? ¿Su alto coeficiente intelectual la ayudará a escapar de su secuestrador o el controlar su miedo la hará ser demasiado temeraria?
Cuando había recorrido unos veinte pasos de mi trayecto matutino una furgoneta granate se aproximó sin hacer ruido, acallada por un trueno La puerta lateral se abrió y un hombre me cogió por la izquierda y me metió en el vehículo. Así de sencillo. Así de rápido.
Mi determinación pasaba por encima de un millar de montañas, por encima de mil millones de millones de galaxias, por encima de Dios, sus ángeles, sus enemigos y por encima de un millón de madres de hijos desaparecidos.
Querer tanto a alguien que se parte el corazón con solo mirarlo. Eso es tener un hijo.
El amor es la emoción que más fácil resulta apagar pero la más difícil de encender. En cambio las emociones que se encienden con más facilidad pero cuesta más apagar son: el odio, el remordimiento, la culpa y la más fácil de todas; el miedo.
Mi pulso y mi corazón parecían tener ritmos distintos cuando recordé el programa Nightly News y la noticia de otra adolescente a la que habían encontrado en el bosque de otro estado, lejos de mí. Qué lejana se me antojó su tragedia entonces, tan al margen de la realidad.
Basta con mirar a Einstein para comprender la cantidad de cosas que no entendemos sobre los límites del cerebro humano.