Dos historias paralelas se desarrollan en escenarios de nombre evocador: una transcurre en el llamado «fin del mundo», una misteriosa ciudad amurallada; la otra, en un Tokio de un futuro quizá no muy lejano, un frío y despiadado país de las maravillas. En la primera, el narrador y protagonista, anónimo, se ve privado de su sombra, poco a poco también de sus recuerdos, e impelido a leer sueños entre unos habitantes de extrañas carencias anímicas y unicornios cuyo pelaje se torna dorado en invierno. En la segunda historia, el protagonista es un informático de gustos refinados que trabaja en una turbia institución gubernamental, enfrentada a otra organización no menos siniestra en una guerra por el control de la información; sus servicios son requeridos por un inquietante científico que juguetea con la manipulación de la conciencia y de la mente y vive aislado en la red de alcantarillado, una red poblada por los tinieblos, tenebrosas criaturas carnívoras.
Me arriesgo pero no puedo dejar de pensar que este libro de Murakami es su versión de la divina comedia. Un personaje, o dos que podrían ser el mismo, realizando un viaje (de ciencia ficción?) para conocer lo más profundo del ser humano.
Me parece extraño que este libro no tenga muchas reseñas; es el primero que leo de Murakami y me he enamorado de su manera de escribir, tan cotidiana, con personajes solitarios que conocerán mundos fantásticos. Sus páginas se pasan volando a pesar de tener capítulos más bien largos, pero la historia es maravillosa. En cierto punto de la historia casi podía sentir cómo mi corazón se iluminaba, si la leen ya sabrán porqué. Si no le puse 5 estrellas es porque esperaba que las últimas cinco líneas fueran diferentes, pero eso ya es algo bastante personal.