¿Existieron realmente trece apóstoles? Tal vez este sea el secreto mejor guardado por la Iglesia.Trepidante intriga religiosa que se inicia en la Santa Cena y conduce al lector hasta la actualidad, cuando un monje erudito retoma la pista del decimotercer apóstol y de una carta cuyo contenido puede hacer tambalearse los dogmas de fe de católicos, judíos y musulmanes. Servicios secretos, asesinatos, claves y códices, y sombrías bibliotecas y pasillos vaticanos al servicio de una novela espectacular que cuestiona los cimientos de las grandes religiones monoteístas.
Con una documentación muy minuciosa y un estilo narrativo claro y sencillo, el apóstol número 13, nos presenta una historia nada original, pero que cumple con su misión de entretener.
Me gustó porque me encanta el tema y está muy bien escrito. Pero me supo a poco, no se, esperaba algo en plan, wow
De los mejores que leído hasta el momento. Muy recomendando, menos para mentes demasiado religiosas.
Un monje asesinado, investigaciones secretas, sociedades ocultas en el seno del Vaticano…. Este thriller religioso lo tiene todo para triunfar, y así ha sido. Una historia que engancha de principio a fin, que pone en duda la creación de la Iglesia tal como la conocemos (todo desde una perspectiva de ficción), que te mantiene en vilo hasta la última página. Me ha recordado tanto al Código Da Vinci que casi lloro. La trama es diferente pero no sé me ha recordado y eso me ha encantado. Una lectura que no te dejará indiferente.
Es algo pesado de leer, porque son tres historias que se van narrando y al principio ni idea de una con otra. Pero a como avanzas se ve la relación y se vuelve más interesante. No se debe ver cómo algo religioso, si no es algo que estás leyendo una historia como otras. A pesar de que me tenía que devolver y releer me ha gustado bastante.
Los libros son compañeros seguros: se dan por completo, sin reservas, a aquel que los interroga con tacto, pero también con tenacidad.
Se puede encadenar a un hombre con la amenaza, pero también se le puede esclavizar manteniendo su sufrimiento: basta reavivar la herida, con hacerla sangrar.