Un libro que pone en la piel de personas homosexuales que tienen problemas para reconocer su verdadera orientación sexual así como los problemas que eso acarrea en sus personalidades. Craig y Harry tienen diecisiete años, un pasado en común y un objetivo actual: batir el récord del beso más largo de la historia. Y, de paso, demostrar que dos chicos besándose es algo completamente normal
Este es un libro,el cual me ha sorprendido por completo. Es cierto que tenía unas expectativas muy altas con él a causa de todas las reseñas tan buenas que había leido y esto en algunas ocasiones hace que cuando lo leas si bien no te defrauda,pues llegar a pensar que no era para tanto. A mi desde luego con este libro no me ha pasado eso. La sorpresa más bien ha sido a causa porque quizás me esperaba algo...¿mas liviano quizás? no se,la verdad es que no me esperaba ese trasfondo. Es decir,tu lees en la sipnosis que dos chicos quieren batir un record y supongo que a la mayoría ni por asomo se nos ocurre todo lo que hay detrás de eso. Pero no es solo la historia y lo que hay detrás de ese beso.Hay más historias,con otros personajes y como cada uno de ellos afronta las cosas. Esa voz del narrador que te va a acompañando todo el tiempo,logrando ponerte los pelos de punta más de una vez. Sentir rabia por cosas que se cuentan y que por desgracia,aunque esto sea una historia de ficción,son totalmente reales y que siguen pasando hoy en dia. Pero aún con todo esto,al igual que el dicho,después de la tormenta siempre llega la calma. Y hay lugar para la esperanza,la búsqueda de la felicidad y ante todo y sobre todo,poder ser uno mismo. Sin lugar a dudas,una lectura super recomendada.
Pero tenía que existir una forma de mostrarle al mundo que era un ser humano. Un ser humano igual a todos.
La libertad no es solamente votar, casarse y besarse en la calle, aun cuando todo eso sea importante. La libertad también tiene que ver con lo que te permites hacer.
Nosotros no elegimos nuestra identidad, pero fuimos elegidos para morir por ella, por motivos estúpidos y arbitrarios inculcados por personas que se negaron a ver cuán arbitrarios eran.
No quería decir seamos simplemente amigos, porque de esa manera la amistad sonaba a premio consuelo, la cinta azul a la cual mirar distraídamente mientras alguien se aleja con la copa dorada.
No comenzamos como polvo y no terminamos como polvo. Somos más que polvo. Eso es todo lo que les pedimos: sean más que polvo.