Botchan es un indiscutible clásico de la moderna literatura japonesa y, desde hace más de cien años, una de las novelas más celebradas por los lectores de aquel país. Considerada el Huckleberry Finn nipón, y comparada también con El guardián entre el centeno, narra las aventuras de Botchan, un joven tokiota descreído y cínico, alter ego de Soseki, al que mandan como profesor a una escuela rural situada en la remota isla de Shikoku. En su nuevo destino pronto se topará con una serie de insólitos personajes, como el jefe de estudios «Camisarroja» o el «Calabaza», un triste profesor de ciencias de aspecto enfermizo y ánimo sombrío. Pero sobre todo se verá obligado a hacer frente a una auténtica caterva de fieros alumnos asilvestrados, que se consagrarán a hacerle la vida imposible.Perspicaz y penetrante, tierna y diferente, Botchan es una de las más hilarantes y entretenidas novelas japonesas de todos los tiempos
A los niños consentidos se les llama "Botchan" en Japón. También se utiliza como signo de respeto hacia un niño de clase social superior, algo así como "señorito". El Botchan de esta historia se hace mayor y empieza a trabajar de profesor en un entorno rural de Japón, donde descubrirá que los valores más puros del ser humano no siempre son valorados y hay gente que miente y busca hacer daño a los demás. Todo desde una perspectiva inocente y humorística. Esta novela me ha servido para aprender sobre la cultura oriental y ver lo diferente que es de la occidental en algunos aspectos. Te deja buenas sensaciones.
En primer lugar, siempre he pensado que los pescadores y los cazadores son personas crueles. Si no lo fueran, nose divertirían quitándoles la vida a los animales. No cabe duda de que un pez o unpájaro preferirían seguir vivos a morir.
Si la gente se ríe de ti por ser inocente y sincero, entonces es que este mundo no tiene solución.
No es extraño que no logremos borrar las guerras de la faz de la tierra. Hasta los problemas particulares acaban resolviéndose a mamporros.
Educar no es solo impartir conocimientos. Educar es también forjar caracteres nobles, rectos y con fuertes principios, en los que no cabe la vulgaridad, la superficialidad y la arrogancia.