Sólo los vivos podemos enterrar a los muertos, aunque sigan ellos mandando y pesando sobre nosotros. Nos dejan todo: las casas, los carros, las palabras, los mitos, la mentira, el televisor...
Todo capitán de barco es borracho, y todo político corrupto, y todo médico charlatán, y todas las generalizaciones son buenas. Si no, ¿cómo se va a orientar uno en este mundo? Con matices y sutilezas no llega uno a ningún lado. Si acaso a un poema decadente...
Yo como nunca le pongo calificativos al amor y nunca digo amor homosexual, amor incestuoso... El amor es amor, carajo.
Lástima que las fotos no hablen y que los vivos acaben muertos y olvidados si bien algunos nombrando calles y plazas o en estatuas, estatuas a la intemperie e indefectiblemente marcadas con el indolente desprecio de las palomas, cuyo más connotado exponente es el Espíritu Santo.
(...) «Un baile es el sueño de una noche sin sueño». Y la vida del hombre, digo yo, el absurdo que va entre una fe de bautismo y una partida de defunción, con uno que otro baile bobo en medio.