LA VIRGEN DE LOS SICARIOS

Medellín es el escenario, los 90’s la época y la violencia es la protagonista. Es dura y caprichosa, el lenguaje coloquial y la jerga de los sicarios son la regla de esta narración que, en primera persona, cuenta la vorágine de un intelectual al volver a su ciudad natal después de una larga ausencia. Su amor por Alexis, un joven asesino, lo sumerge en el mundo de la muerte por encargo. La homosexualidad se presenta liviana, sin morbo y sin juicio. Vallejo es duro al referirse a la pobreza, los políticos, la religión y algunos elementos culturales colombianos. Sin duda una gran novela.

Terrible como vida de perros. La violencia sin sentido, que cuando le toca a uno vivir, sólo queda cerrar los ojos y seguir.

"Los pobres reproducen más pobres y la miseria más miseria, y mientras más miseria más asesinos, y mientras más asesinos más muertos." Estaría escrito en la novela en las últimas treinta páginas. Agustín Laje, polítologo, expresó que para que un país tenga libertad tenemos que tener un buen sistema económico, una buena sociedad civil, con una buena moral y una buena familia de lo contrario el Estado estará controlando todo el tiempo a la gente pues no habría delincuencia, alcoholismo, drogadicción y un riesgo para los demás. Es cierto que en esta zona marginal donde la miseria es el pan de cada día existe una pobreza mental debido a la falta de cultura, de valores, de educación y es donde más crímenes hay: Violencia familiar, violencia de género, maltrato animal, robo, asesinatos, violaciones, drogadicción. Vallejo logra transmitir en una prosa muy interesante pues también combina la religión pues a quien no le gusté, debido a que se crearon las indulgencias que -aunque no se practican oficialmente hoy en día- la costumbre se quedó, desde los mafiosos de la Cosa Nostra hasta los sicarios y narcos colombianos y mexicanos, pues le rezan a sus santos. En México se reza a Malverde, "el Santo de los Narcos" un bandido que fue santificado por el imaginario de la sociedad, y que NO es reconocido por la Iglesia Católica, también se le reza a la Santa Muerte a quienes el pueblo les rinden cultos en ermitas. En el libro es a la Virgen con sus escapularios, sus rezos, veladoras incluso bendecir las balas con agua bendita robada de los benditeros de las iglesias. Hay una imagen que deseo compartir porque me gustó mucho: "La veladoras de María Auxiliadora palpitaban al unísono como las lucecitas de Medellín en la unánime noche, rogándole al cielo que nos hiciera el milagro de volver a ser. A ser lo que fuimos". Esta imagen me hizo recordar nuevamente a la buena pues habría respeto por otros, e incluso valores como la empatía que evitaría violencias innecesarias. Como bien señala Vallejo: El Estado es el primer delicuente, pues los burócratas que no sienten esta violencia y necesidades del pueblo porque no ven con un corazón ciego y tienen la boca llena, mamando del Tesoro público, haciéndoseles natural que les entre en sus bolsillos sin fondo. Y es lo que se ven tanto dinero destinado a un objetivo que al final termina siendo un fracaso por su bajo presupuesto, enfócandome en México pues el accidente de la línea 12, los niños con cáncer que en lugar de recibir quimioterapia les inyectaban agua, carpetazos de la polícia como no investigar del asesinato de Angela, la niña de la maleta, o las aberraciones del Negro Durazo que hasta creo un Partenon en escala en Zihuatanejo por todo lo robado al pueblo, en fin. Múltiples son las heridas de cada país, por eso es que vi este libro como un ensayo de la sociedad. Lo recomiendo al mil. Y como también creo que la literatura nos transforma pues aspirar a uno de los ideales más grandes: La Honestidad y la Ética.

Refleja la realidad, en donde la vida es más dura de lo que uno se puede imaginar. Una lectura fuerte, que no es para todo tipo de lector.

Probablemente Fernando Vallejo no sea un autor para todos, es crudo, irreverente, cruel, vulgar como la misma realidad, sobre todo la de Latinoamérica dónde supera la ficción, dónde el común denominador es la violencia, la corrupción, la injusticia, la violación de derechos humanos, el crimen, el narcotráfico. Éste libro retrata la crudeza de la vida en condiciones así, la búsqueda de un sentido dónde no lo hay y por ello el pedir y rezar a santos y vírgenes. Como dice Vallejo: todos somos sicarios de dios, haciendo su trabajo sucio en la tierra de matarnos unos a otros para su diversión.

Tremendamente realista pero con una imaginación prodigiosa, Vallejo logra ofrecernos un retrato de la vida del colombiano común, el que no tiene otra opción que pedir limosna, o entrar al crimen organizado: matar para vivir. Lucido es el retrato, pero doloroso e impresionante.

Cortito y devastador. Duele leerlo. Y no precisamente porque sea malo. Para tirarse de un puente. Así de bueno.

Atrevida y moralmente incorrecta no apta para moralistas o religiosos …Vallejo trasciende las barreas ideológicas morales y religiosas ,divertida …profundamente extravagante …juega el sarcasmo y la ironía…la evolución del lenguaje , su obra más allá del castellano …imperdible