TEMBLOR

Temblor es una novela de Rosa Montero bastante inusual a lo que ella nos tiene acostumbrados. Si tuviera que encontrarle parecido con algún otro de sus libros sería con su magnífica Historia del rey transparente, porque ambos son relatos de ficción, en épocas no contemporáneas y tienen mucho de cuento y leyenda. Temblor transcurre en un futuro post-apocalíptico, donde la sociedad tal y como la conocemos ha desaparecido, la tecnología no existe, el modo de vida es parecido al medieval y las leyes la dictan las sacerdotisas. Agua fría, la protagonista, va a ser una futura sacerdotisa, una privilegiada, que, sin embargo, huye, renunciando a todo, cuando descubre la estricta disciplina y las injusticias que las mantienen en el cargo. Comienza entonces una etapa de descubrimiento interior y de un mundo que desaparece si nadie lo recuerda. Confieso que me costó sumergirme en la lectura. Releí varias veces los primeros capítulos, los dejé reposar, los retomé. Finalmente, cuando conseguí adentrarme en este mundo futuro y fantástico lo disfrute de veras. Aunque es una novela sorprendente por su originalidad, la autora no deja de tratar cuestiones filosóficas y actuales como es habitual en sus obras de carácter más realista y conocidas.

Este es el quinto libro que leo de Rosa Montero y lo que más sorprende son sus constantes cambios de registro y género. Por lo tanto que nos guste o no su forma de escribir no significa que si un libro nos gustó vayamos a disfrutar del siguiente o al contrario. En esta ocasión la autora ha construido un universo fantástico como si de una leyenda se tratase para expresar su concepto cosmológico del mundo. Y es en esa fantasía donde me ha sido más complicado disfrutar de la historia, pero eso solo es mi problema, ya que no consigo desplegar mi parte imaginativa para adentrarme en ese género. O quizás sea porque tampoco se podría calificar como novela fantástica ya que se asoma a un mundo futuro y distópico, pero solo con pinceladas imaginativas. En una sociedad acobardada dominada por la religión se encuentra una chica llamada Agua Fría. Sometida a un aprendizaje castrante por parte de sus superiores donde deberá superar los miedos y el sufrimiento de los castigos impuestos como método para subyugar su voluntad, poco a poco tomará protagonismo su parte rebelde e irá tomando conciencia de la necesidad de conocer los orígenes de este mundo para entender la forma de cambiarlo y encontrar un motivo esperanzador para construir un futuro reparador. La historia está dividida en cuatro partes. En la primera parte nos adentramos en las vivencias más oscuras y sectarias en la que la autora consigue crear la incertidumbre necesaria y el ritmo adecuado para que una novela enganche. Pero en la segunda y tercera parte donde se describe la búsqueda de la verdad en un proceso de crecimiento y autoconocimiento la historia se desinfla y se hace repetitiva. Finalmente se retoma el ritmo en la última parte despertando nuevamente el interés pero hacia un final demasiado predecible. Me ha parecido interesante en algunas partes con un fondo existencialista sobre el mundo, como realidad imaginaria que solo existe mientras la recordemos y como desaparece aquello que olvidamos, porque con la muerte se pierden los recuerdos y se borra la memoria que no hemos sido capaces de traspasar a nuestros descendientes. Pero la fantasía, los cliches y un desenlace pobre le han quitado profundidad, o quizás mis expectativas eran demasiado altas.

Ahora que están de moda las novelas sobre futuros distópicos, esta obra está de rabiosa actualidad. Reflexiona sobre el papel social de la mujer y sobre los peligros de los dogmas y el poder.

Esta es una historia en donde la autora despliega una imaginación superior. Crea la posibilidad de un mundo distinto, en donde la vida humana ponga en juego su más alto nivel moral, su más íntimo deseo de supervivencia. Rosa Montero nos muestra que es posible echar a andar la creatividad sin dejar de lado los valore más universales del ser humano. Grandes dilemas existenciales son planteados en esta excepcional novela.

En realidad, la muerte real, como la describe aquí la autora, ¡me aterra!