Este relato, testimonio mundial contra la brutalidad del fascismo, fue lectura obligada en los años sesenta, que orientó nuestra condición de ser comunista; significando luchar por una sociedad de iguales que implique el reparto equitativo de la riqueza producida y la distribución justa de los beneficios para favorecer a los más necesitados, alegoría perturbadora que opone el amor y la inteligencia a la barbarie enemiga. En la Segunda Guerra Mundial, Checoeslovaquia es ocupada por las fuerzas del nazismo y en abril de 1942 es hecho prisionero el camarada Julius Fucik, periodista y escritor miembro activo del Partido Comunista y de la resistencia anti-nazi. Durante la etapa de su confinamiento escribe a manera de reportaje sus experiencias como condenado, estos escritos salen clandestinamente de la prisión y posteriormente recopilados por su mujer Gusta Fucikova.
Es la segunda vez que la leo y otra vez vuelvo a tener sentimientos encontrados: por un lado bronca y rechazo hacia toda forma de gobierno facista o dictatorial y por otro lado, pena por los prisioneros. Fucik relata su estadía en una prisión nazi y la labor de la resistencia checa para contrarrestar la invasión nazi. Recomiendo esta novela corta a quienes le guste los textos políticos e históricos.