Pepita Jiménez, obra cumbre de la literatura hispana, con introducción del profesor Andrés Amorós. La novela presenta a Luis de Vargas, joven seminarista que regresa a su casa para pasar las últimas vacaciones antes de la ordenación. Allí encontrará a Pepita Jiménez, una joven viuda de gran belleza prometida de su padre. Pronto el seminarista comprenderá que su pasión por la joven es más fuerte que su vocación sacerdotal.
La trama es buena pero está escrita en una forma detallista, profunda y espiritual; transcurre en forma lenta y esto hace de la lectura que sea aburrida.Un seminarista, alejado de la vida social y de los intereses profanos, se enamora de una viuda de 20 años a quien a su vez su padre pretende. Esto le dará una lucha interna muy fuerte y tendrá que elegir entre Pepita Jiménez y renunciar a su vocación hacia el sacerdocio y sus sueños de evangelización en tierras lejanas o en seguir con sus ideales.
"La hermosura, obra de un arte soberano y divino, puede ser caduca y efímera, desaparecer en el instante; pero su idea es eterna y en la mente del hombre vive vida inmortal una vez percibida."
"No sabía yo lo que era amor. Ahora lo sé: no hay nada más fuerte en la tierra y en el cielo."
"La ausencia es gran remedio para el mal de amores. Él sanará de su pasión entregándose a sus estudios y consagrándose al altar. Tú, irás poco a poco serenándote, y conservarás de él un grato y melancólico recuerdo que no te hará daño."
¡Cuánto mejor es que vuestro amor, apenas contaminado y apenas impurificado, se pierda y se evapore ahora, subiendo al cielo como nube de incienso, que no el que muera, una vez satisfecho, a manos del hastío!
La mano es el instrumento de nuestras obras, el signo de nuestra nobleza, el medio por donde la inteligencia reviste de forma sus pensamientos artísticos, y da ser a las creaciones de la voluntad, y ejerce el imperio que Dios concedió al hombre sobre todas las criaturas.