Si queríamos que nuestro amor durara para siempre (y lo queríamos y lo hará), teníamos que hacer lo que hicimos, exactamente como lo hicimos. No podíamos hacer nada más.
Una conversación con él resultaba siempre impredecible. A nadie, jamás, le había interesado tanto lo que pensaba o dejaba de pensar. Estaba totalmente sumergido en mí. Quería saber hasta el último detalle de todo y de todas las personas a las que mencionaba.
Pero ¿lo es de una forma esencial, suponiendo que uno no cree que las normas deban seguirse únicamente por el hecho de que existen? Yo creo que no.