La leyenda ilumina y oculta al mismo tiempo a Basquiat, un protagonista de la autodestrucción y uno de esos dioses que mueren jóvenes. autodidácta, marginado y ávido de fama, Basquiat se incorporó a un desfile agónico de artistas febriles que se inmolaban en el exceso y resucitaban en la admiración múltiple.