Una novela sobre el problema del amor, con la verdad que ofrece un conocimiento profundo del alma humana. Un viejo campesino calabrés llega a casa de sus hijos en Milán para someterse a una revisión médica. Allí descubre su último afecto, una criatura en la que volcar toda su ternura: su nieto, que se llama Bruno, como a él le llaman sus camaradas partisanos. Y vive también su última pasión: el amor de una mujer que iluminará la etapa final de su vida concediéndole toda su plenitud.
Lectura del instituto. Como me ha pasado con otras, está bien pero es algo que por mi cuenta no leería.
Bellísima está obra de José Luis Sampedro.De una prosa poética dura y vital, como la vida misma, con diálogos que emocionan, lo recomiendo encarecidamente.
Es una maravilla. Yo le tengo entre los imprescindibles para enganchar a los de mi entorno a la lectura.
Una sinfonia de sensaciones y sentimientos, descubiertos con toda la inocencia de un niño pero a una edad ya muy avanzada, y cerca de su fin. Tierna y feroz como la vida misma. Buen relato... limpio, àgil, y con unos personajes que calan muy hondo... tan reales como los de nuestro entorno. Me llevo a “Nono“ Bruno de Rocasera conmigo despues de esta lectura. Sin duda, es un personaje del que no se separará de mi en la vida... ya forma parte de ella
Brillante como siempre, José Luis Sampedro. La Sonrisa Etrusca, consigue narrar la historia de los últimos días de su protagonista desde los más bellos y profundos sentimientos.
Muy emotivo. Cuenta la historia de como un abuelo con una enfermedad cruel,va pasar sus últimos momentos al lado de su hijo y su único nieto. Te engancha con su ternura tosca,propia de un hombre antiguo con mentalidad machista,que descubre nuevos sueños al lado de su pequeño nieto,al que casi no conocía pero consigue adorar. Y sus recuerdos que van y vienen...
¡Yo te pondré en la buena senda para escalar la vida, que es dura como la montaña, pero te llena el corazón cuando estás en lo alto!».
No es capaz de pensarlo y menos de expresarlo, pero sí de vivir a fondo ese momento sin frontera entre ambas carnes , ese intercambio misterioso en el que él recibe un renacido latir desde la verde ramita en sus brazos, mientras le infunde su seguridad de viejo tronco ...
¿Cómo puede tener fin la vida de robles y de águilas como su padre? Aquel hombre fue el cielo en sus alturas: huracanado, arbitrario, implacable a veces, pero también generoso, creador, benéfico
La madera y el verdor la raíz y la sangre el viejo y el niño avanzan compañeros ,como sobre un camino ,por ese tiempo que les está uniendo . Ambos hombro con hombro en extremos opuestos de la vida mientras la luna se mueve acariciándoles entre el remoto girar de las estrellas
Eso mismo, florecer. Yo creía que era cosa de mujeres, que el hombre es sólo madera, cuanto más recia mejor. Pero, ¿por qué no flor?
En un súbito impulso se abrazaron , se abrazaron , se abrazaron. Metiendo cada uno en su pecho el del otro hasta besarse los corazones . Se sintieron latir , se soltaron y , sin más palabras , el viejo subió al coche . Las dos miradas se abrazaron aún , a través del cristal .