-La vida a media máquina -murmuré perversamente- no está al alcance de todo el mundo. -Todavía deberá considerarse usted feliz si se puede mantener a esa velocidad moderada replicó, con su aire virtuoso-.
Y todavía hay más: es preciso que un hombre luche contra la mala suerte, contra sus errores, su conciencia y otras zarandajas por el estilo. Si no, ¿contra qué lucharía uno?