Pues a pesar de lo dicho, no por mi, sí es una novela, en su estilo, grande. Y, ¿cuál es ese estilo? De iniciación, del mar; condensa Conrad toda su anterior vida en magistrales ambientes opresivos, sin viento, nieblas extrañas, tripulación echizada-enferma, maldiciones... muy al estilo Melville, Poe. No es suejor novela, pero es que tiene auténticas obras maestras.
Interesante novela corta sobre el tránsito de la juventud a la edad adulta, donde los comportamientos, los cambios de humor y la manera de razonar resulta sorprendentemente comprensible para los jóvenes adultos de hoy en día (entre los que me encuentro). A través de una historia sobre un marino que, inesperadamente y tras renunciar a su trabajo, se ve asignado como capitán de su propio barco, Conrad refleja las dudas y los problemas de un joven que se ve obligado a madurar de manera precoz, ante una situación de vida o muerte. Si bien es cierto que no es ningún tipo de novela de aventuras, sino una especie de ensayo vital basado en sus experiencias como marino, Conrad escribe con la suficiente soltura y ligereza como para no hacerlo pesado ni cargante. Es una historia bastante amena y que crea ciertos interrogantes en la mente de uno, especialmente si se halla en esa franja de edad cercana al protagonista (aproximadamente la veintena). Por lo demás, nada excepcional.
-La vida a media máquina -murmuré perversamente- no está al alcance de todo el mundo. -Todavía deberá considerarse usted feliz si se puede mantener a esa velocidad moderada replicó, con su aire virtuoso-.
Y todavía hay más: es preciso que un hombre luche contra la mala suerte, contra sus errores, su conciencia y otras zarandajas por el estilo. Si no, ¿contra qué lucharía uno?