Historia de gente absorbida por pasiones más grandes que la vida que les condenan a llevar existencia anodinas. Instalada en la casa que heredó de su padre y con la sola compañía de una pariente anciana, Eszter es una mujer soltera que vive con la placidez y tranquilidad de quien ha logrado adaptarse a lo que la vida le ha deparado. Hasta que un día, inesperadamente, recibe un telegrama de Lajos, viejo amigo de la familia, anunciando su inminente visita. Canalla encantador y sin escrúpulos, cuyas magníficas dotes de actor le confieren un poder de seducción irresistible, Lajos no sólo traicionó a Eszter, sino también destruyó a su familia y les quitó todo lo que poseían, salvo la casa en la que viven y cuyo jardín es su único y escaso medio de subsistencia. Ahora, tras una prolongada ausencia, Lajos regresa y Eszter se prepara para recibirlo conmovida por un torbellino de sentimientos contradictorios.
Muy buena la personificación de Ezter y su hermano. Se puede ver en la familia de uno a alguien parecido al hermano de Ezter, que es un tiro al aire. Todo narrado por Sandor Márai que no deja de ser interesante.
Ha sido mi primer acercamiento a Sandor Marai y, sin duda, no será el ultimo. Es una novela corta y bonita no necesita un gran -mejor dicho, ningun- encaje geográfico o histórico para enganchar al lector ya que la grandeza del libro reside en sus diálogos y en sus reflexiones. Con este libro, me ha pasado algo que solo me pasa cuando, a mi juicio, estoy en presencia de un buen libro: me ha sido indiferente no entender las decisiones de los personajes para engancharme al libro porque ya estaba enganchada gracias a la manera de escribir del autor. De hecho, es un libro que hubiera subrayado entero. En conclusión, considero que este libro no destaca por tener un argumento extremadamente interesante o unos personajes con los que puedas llegar a identificarte. Sin embargo, este libro te atrapa de una manera sutil gracias a unos diálogos entre los personajes brillantes con reflexiones dignas de ser releídas.
Hay que tener valor para amar de verdad... Hay que amar de tal manera, que ningún ladrón, ninguna mala intención, ninguna ley ( ni la ley humana ni la ley divina) puedan hacer nada en contra de ese amor.
Hay que tener valor para amar de verdad, Hay que amar de tal manera, que ningún ladrón, ninguna mala intención, ninguna ley ( ni la ley humana ni la ley divina) puedan hacer nada, en contra de ese amor.
Uno vive, construye y destruye su vida, trata de corregirla, de remediarla, poniéndole parches; y pasado un tiempo se da cuenta de que todo el conjunto, tal cual está, lleno de casualidades y de equivocaciones, ya no se puede cambiar más.