Es una narración costumbrista en la que se perfila la cotidianidad en la vida diaria del campesinado del país.Con frases y palabras sencillas dibujó la escena cotidiana del campesino salvadoreño. Sus sueños, sus amores, miserias y alegrías se contaban a través de aquellas páginas que gritaban el calor de la siembra y el rugir de la barra, presentes en cada capítulo de “Jaraguá”, el exquisito regalo de Napoleón Rodríguez Ruiz. La Loncha, don “Salva”, Marcial, doña “Silve”, Nicasio o “Jaraguá” cuántos nombres, cuántos personajes tan nuestros, tan salvadoreños. La mujer trabajadora y abnegada, el hacendado de carácter recio, el campesino con sueños y la viejecita dicharachera, todos forman parte de ese paisaje construido con letras y pasión.