Un robo a un banco con toma de rehenes. Una escalera llena de policías a punto de asaltar un apartamento. Llegar a esto fue sorprendentemente fácil. Sólo hizo falta una mala idea. Una idea mala de verdad. Visitar un apartamento en venta no es una situación de vida o muerte. A menos que sea la víspera de Nochevieja, vivas en una pequeña ciudad en Suecia y alguien haya tenido la peor idea de su vida y decidido atracar un banco que no maneja efectivo. Entonces, sí lo es. Porque, cuando alguien es así de idiota, es inevitable que no sepa cómo huir y termine en un apartamento en venta tomando rehenes sin querer.
Un libro de humor sueco que muy en el fondo no habla de humor, habla del trauma y sus manifestaciones irónicas en la vida. No podría esperar menos de los estocolmenses.
Llegué a este libro de casualidad, en busca de una lectura fácil para el verano, y me decidí por él por la historia y porque creía que era un libro de humor. Y a cada página que leía, iba descubriendo, capa tras capa, la verdadera esencia de esta obra: una historia llena de malentendidos, del descubrimiento continuo de las motivaciones vitales y la personalidad de cada uno de los personajes, del peso que tienen los silencios y lo liberadoras que pueden ser las palabras, etc. Extraña pero efectiva mezcla de libro de humor, novela dramática y libro de autoayuda. Y si, es una obra fácil y divertida de leer.
Pensaba que por eso hay que ser amable con los demás, incluso con los idiotas, porque uno no sabe lo pesada que es su carga.