Nacido en el sótano de una librería en el Boston de los años 60, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro. Pero una rata culta es una rata solitaria. Marginada por su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor fracasado. A medida que Firmin perfecciona un hambre insaciable por los libros, su emoción y sus miedos se vuelven más humanos. Original, brillante y llena de alegorías, derrocha humor y tristeza, encanto y añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura.
La sinopsis era interesante, pero al leer el libro la rata me pareció desagradable y la trama deprimente. En el capítulo 12, Firmin expresa su deseo de violar a una joven, me pareció de lo más despreciable. Es que si la trama me hubiera parecido entretenida ya sería algo, pero no. Ni si quiera vi una moraleja o algo así. Es decir, la puntuación tan baja no se debe a que no me guste el protagonista, sino a que no encontré el objetivo del autor o cualquier otro aspecto. Acabo de consultar las anotaciones que hice en el libro y no me acordaba de que tenía ilustraciones, eso es que me disgustó muchísimo y me da pena porqué la idea era buena y estuve mucho tiempo deseando leer el libro.
La vida de las ratas es corta y está llena de dolor; llena de dolor, pero se acaba pronto; y, sin embargo, se nos antoja larga mientras dura.
Si hay algo para lo que resulte útil una formación literaria, es para dotarlo a uno de un sentido de la catástrofe. No hay nada como una imaginación vivida para desvitalizarle a uno el valor.
Allá en el mundo, fuera de mi adorada librería, era cada cual a lo suyo y sálvese quien pueda.
Yo, por mi parte, he vivido más que todos ellos y, a cambio, he muerto mil muertes distintas. Me he movido por la existencia dejando en pos un rastro de miedo, como un caracol. Cuando muera de verdad, será un aburrimiento.
Si hay algo para lo que resulte útil una formación literaria, es para dotarlo a uno de un sentido de la catástrofe.