Una de las mayores paradojas que caracterizan a la sociedad contemporánea estriba en que la gran conquista de la longevidad también trae consigo la abdicación del poder de los ancianos, antes depositarios titulares de la autoridad moral y, ahora, prácticamente desechos sociales, trastos viejos y mera carga estatal. ¿Qué ha pasado? ¿Cuáles son las expectativas en el futuro de este gran grupo social?