Un viaje post-apocalíptico fascinante hacia la desaparición del ser humano de la faz de la tierra. En el país de las últimas cosas todo tiende al caos, los edificios y las calles desaparecen, y no hay nacimientos. La existencia se reduce a la mera supervivencia de vidas miserables sin «ni siquiera la esperanza de recuperar la esperanza». Anna Blume cuenta en una larga carta su paso por la ciudad, en busca de su hermano desaparecido, y su afán por vivir, a pesar de todo, en este ambiente devastado del final de la civilización.
Tan solo he leído dos libros de Paul Auster y a mi parecer su forma de escribir es extravagante y fuera de lo común pero muy interesante y de calidad literaria. Aquí, la protagonista de 19 años, viaja a un país, al que se puede entrar pero nunca salir, va en busca de su hermano del que no se sabe nada. Vivirá una auténtica pesadilla, en ese lugar donde hay clínicas para eutanasia, donde se lanza la gente desde los tejados y para poder comer, tienen que recoger basura y dormir en las calles. Algunos viven en condiciones infrahumanas y es muy difícil conseguir un poco de dinero y salir de esa situación de devastación y muerte. Altamente recomendable.
Tan solo he leído dos libros de Paul Auster y a mi parecer su forma de escribir es extravagante y fuera de lo común pero muy interesante y de calidad literaria. Aquí, la protagonista de 19 años, viaja a un país, al que se puede entrar pero nunca salir, va en busca de su hermano del que no se sabe nada. Vivirá una auténtica pesadilla, en ese lugar donde hay clínicas para eutanasia, donde se lanza la gente desde los tejados y para poder comer, tienen que recoger basura y dormir en las calles. Algunos viven en condiciones infrahumanas y es muy difícil conseguir un poco de dinero y salir de esa situación de devastación y muerte. Altamente recomendable.
Todos hemos terminado por convertirnos en monstruos pero no hay prácticamente nadie que no guarde en su interior algún vestigio de lo que solía ser la vida.
Cualquier cosa que veas tiene la capacidad de herirte, de hacerte sentir inferior a lo que eres, como si por el mero hecho de ver algo te despojaran de parte de ti mismo.
La escasez conduce la mente hacia nuevas soluciones y uno se descubre dispuesto a abrigar ideas que antes nunca se le hubieran ocurrido.
Todos damos las cosas por sentadas, y en cuestiones tan básicas como comida o techo, no necesitamos mucho tiempo para sentirlas como algo inherente. Sólo somos conscientes de lo que teníamos, cuando lo perdemos; tan pronto como lo recuperamos, dejamos de apreciarlo nuevamente.
Cuanto más trabajas, más débil te vuelves; cuanto más débil te vuelves, menos puedes trabajar.
Cuando la fe desaparece, cuando comprendes que ni siquiera te queda la esperanza de recuperar la esperanza, entonces tiendes a llenar los espacios vacíos con sueños, pequeñas fantasías y cuentos infantiles que te ayuden a sobrevivir.