Historias entrelazadas para crear una tensión entre su envoltura sentimental y su trasfondo gótico. El 23 de septiembre de 1794, el joven Matthew Lewis con tan sólo diecinueve años, anunciaba en una carta a su madre que había escrito en sólo diez semanas una novela, entre 300 y 400 páginas en octava. Acababa de nacer una de las obras cumbre de la novela gótica, la forma más leída de literatura popular en Gran Betraña y buena parte de Europa desde finales del siglo XVIII hasta bien mediado el siguiente. La opinión pública se dabatió entre declarar El monje como obra de ingenio o tacharla de blasfema y obscena. Situada en un decadente, hipócrita y mítico Madrid gótico, Lewis mezcla dos tramas bastante espeluznates: la del libidinoso y blasfemo monje Ambrosio y la historia de Ramón y su fatídico amor por la desdichada Inés.
en ese espantoso momento, pensad en mí! ¡Pensad en vuestra crueldad! ¡Pensad en Inés, y perded toda esperanza de perdón!
un momento de ofuscamiento violé mi voto de castidad. Pronto seré madre: Reverendo Ambrosio, tened compasión de mí; tened compasión del ser inocente cuya existencia está atada a la mía
Sus rayos desmayados y lóbregos iluminaban las gruesas columnas que sostenían el techo, aunque eran demasiado débiles para disipar la densa oscuridad que reinaba en la cripta
Desde aquel momento, os convertisteis en el ídolo de mi corazón, en el perpetuo objeto de mis meditaciones